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Escondida en un rincón, justo del tamaño adecuado, frente a una mesa que pide a gritos que la desprendan del barniz de no sé cuantos años, escucho la voz de Otis Redding a través de unas bocinas que desde aquí no encuentro.
Me siento como en el café de una escuela, donde todo es abierto, amable, descuidado. Donde se puede hacer tarea o reunirse con los cuates de la escuela.
Un piano al centro del salón ya se cansó de estar esperando a ser tocado, y junto con unos cuernos en la pared se han decidido a ser sólo parte de una decoración no pensada. Dibujos animados adornan las paredes tapizadas en naranja quemado.
Voy al baño, pintado como todo baño de escuela. Me pongo a leer las frases que han dejado sus visitantes, una muy grande me deja pensando:
"Tolerance and movement"
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