Nuestro modo de existir en el mundo, cómo percibimos y cómo nos conducimos, es complejo. La razón y las emociones sobre-exitadas nos llevan a percibir de manera distorsionada la realidad y una vez que nos compramos esa percepción, nos conducimos a nosotros mismos al laberinto del terror. La Naturaleza de la que formamos parte no es justa, en ella no hay cabida a consideraciones porque al ser tal cual es no hay distinción en ella de lo bueno o lo malo. Pero nuestra razón distingue y juzga y, al hacerlo, se enfrenta a la Naturaleza como la más cruel, como aquello otro al que nos enfrentamos. Nosotros no estamos realmente enfrentados a la Naturaleza, somos ella. La razón es la única que se enfrenta, la única que quiere prevalecer a toda costa. La razón, en su separación de todo lo que es, se transforma en antagonista de aquello que es ella misma y la lucha que inicia es una que jamás podrá ganar. Cuando la razón llega a este callejón sin salida empieza a culpar: culpas a los que te
"A soul in tension that's learning to fly" —Pink Floyd