Por los rumbos de la colonia Morelos, en la esquina de la calle Peñón con Grabados se localiza la legendaria taquería de Félix desde los sesentas. Esta taquería es famosa por sus tacos de suadero los cuales no tienen comparación.
Si uno llega ya comido es posible que se coma un plato con cinco tacos, si se llega hambriento se puede llegar hasta los veinte. El placer sale caro porque cada taco es de a $7.00 pesos pero se garantiza un suadero excepcional.
No esperen grandes comodidades, sólo hay dos mesas de plástico y dos barras. La salsa se sirve desde un vaso de plástico pero aquí se puede pedir el delicioso pápalo (así si nos entendemos).
Ya el local está algo renovado lo cual en parte me dio tristeza porque la primera vez que fui (como hace diez años) me hacía sentir como en una película de Pedro Infante o como en esa que se llama "Acá las Tortas". Cuenta la leyenda que el señor fundador se llamaba Félix, que empezó vendiendo los tacos en la calle y que le iba al Cruz Azul, motivo por el cual su local lo pintó de azul y lo llegó a decorar con alguna que otra bandera. Ahora el local lo atienden puras féminas y no hay por ningún lado referencia al nombre de la taquería pero siguen estando muy buenos los tacuches.
Ya de salida me dieron el recorrido turístico que incluía ver a las chicas de la vida alegre (no creo que se la pasen muy bien, la verdad) al lado de la iglesia y a unas cuadras del edificio de la policía (todos haciéndose de la vista gorda). Las chicas ahora las veo muy jovencitas y hay muchas. También me tocó ver los puestos vacíos de la calle que resulta que eran puestos de ropa de La Merced, toda la calle llena de basura. Así con esta foto que me ha quedado en mi cabeza me pregunto que si así como está este rumbo así le va al país, yo creo que al menos así le va a la mayoría y la mayoría es la que hace a un país porque es esa mayoría la que se queda en él y sigue procreándose.
Por lo pronto Jelipe anda viendo cómo le hace para que no le regresen a los 20 millones de mexicanos que se fueron a buscar las oportunidades que no les ofrece su propio país. Porque esos expatriados mandan lana que le hace falta al país. A leguas se ve que nada más se quiere la lana que mandan porque cuando regresan los tratan de "pinche indio"; pero eso sí, los aztecas eran lo máximo y llegaron los cochinos españoles a darles en su madre (cualquier fresoide negará sus raices indígenas y se proclamará español de raza pura). Pura doble moral.
Si uno llega ya comido es posible que se coma un plato con cinco tacos, si se llega hambriento se puede llegar hasta los veinte. El placer sale caro porque cada taco es de a $7.00 pesos pero se garantiza un suadero excepcional.
No esperen grandes comodidades, sólo hay dos mesas de plástico y dos barras. La salsa se sirve desde un vaso de plástico pero aquí se puede pedir el delicioso pápalo (así si nos entendemos).
Ya el local está algo renovado lo cual en parte me dio tristeza porque la primera vez que fui (como hace diez años) me hacía sentir como en una película de Pedro Infante o como en esa que se llama "Acá las Tortas". Cuenta la leyenda que el señor fundador se llamaba Félix, que empezó vendiendo los tacos en la calle y que le iba al Cruz Azul, motivo por el cual su local lo pintó de azul y lo llegó a decorar con alguna que otra bandera. Ahora el local lo atienden puras féminas y no hay por ningún lado referencia al nombre de la taquería pero siguen estando muy buenos los tacuches.
Ya de salida me dieron el recorrido turístico que incluía ver a las chicas de la vida alegre (no creo que se la pasen muy bien, la verdad) al lado de la iglesia y a unas cuadras del edificio de la policía (todos haciéndose de la vista gorda). Las chicas ahora las veo muy jovencitas y hay muchas. También me tocó ver los puestos vacíos de la calle que resulta que eran puestos de ropa de La Merced, toda la calle llena de basura. Así con esta foto que me ha quedado en mi cabeza me pregunto que si así como está este rumbo así le va al país, yo creo que al menos así le va a la mayoría y la mayoría es la que hace a un país porque es esa mayoría la que se queda en él y sigue procreándose.
Por lo pronto Jelipe anda viendo cómo le hace para que no le regresen a los 20 millones de mexicanos que se fueron a buscar las oportunidades que no les ofrece su propio país. Porque esos expatriados mandan lana que le hace falta al país. A leguas se ve que nada más se quiere la lana que mandan porque cuando regresan los tratan de "pinche indio"; pero eso sí, los aztecas eran lo máximo y llegaron los cochinos españoles a darles en su madre (cualquier fresoide negará sus raices indígenas y se proclamará español de raza pura). Pura doble moral.
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