Ir al contenido principal

Aquí sigo

No sé si decir que me siento muy contenta o me siento muy triste. Supongo que esta labor de escribir me va a costar más trabajo de lo que pude haber supuesto.

¿Cuántos años pospuse mi deseo de convertirme en escritora? Creo que fueron como 20 años hasta que un día muy triste descubrí que lo que más quería en la vida no me lo estaba dando y empecé con clases y lecturas y de pronto un día estaba yo tan entusiasmada que alcé al cielo un gran deseo sobre que tan lejos quiero llegar con mi trabajo como escritora, porque lo que escribía me causaba mi propia admiración y eso para mí es decir mucho.

Entonces busco que me publiquen y sucede que logro aparecer en la compilación anual de una escuela de escritores y me emociono y sigo escribiendo. Algunos relatos me empiezan a salir planos, pero escojo los que me gustan más y los mando a cuanto lugar se me ocurre para que los publiquen.

Luego me entero de un concurso sobre la marca de la Ciudad de México, me anoto y me pongo a escribir por horas hasta que me quedo con un ensayo que me satisface y lo mando al concurso. No les voy a negar que ya me veía recibiendo mi premio, me veía con un pasaporte para estudiar más.

Ayer me enteré de que uno de mis relatos ya aparecía publicado en la revista digital de la UNAM, Punto en Línea. Me puse muy contenta, mucho. Más tarde entré a ver los finalistas del concurso sobre la marca de la Ciudad de México y por más que busqué no me encontré y entonces me puse muy triste.

Y en suma ¿qué? ¿Voy a tocar retirada y a decirme que no soy lo que pensé? No. No puedo retirarme y no quiero retirarme. Tampoco quiero llenarme de explicaciones de por qué no aparecí entre los finalistas. Quiero quitar mi atención de lo que no logré y ponerla en lo que sí logré y más aún en lo feliz que me siento cuando escribo.

Dicen que en la vida ningún camino es fácil (no sé quien dice, pero corre por ahí el rumor). Así que les anuncio que sigo aprendiendo y voy a volar un día de estos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Querida Flor...

Creo que escribir puede ser como correr:

A veces crees que ya no puedes...
A veces crees que de pronto te detendrás de la nada como Forrest Gump...
A veces duele...


Pero a pesar de los pesares, al llegar a tu meta, siempre siempre da satisfacción... siempre siempre piensas en el próximo entrenamiento, en dar más o en la siguiente carrera.

Ánimo!!!

abrazos desde México

olivia
Flor Coss ha dicho que…
Olivia,

Te agradezco los ánimos, increíblemente oportunos.

Duele, si. Como nacer.

Un beso.

Entradas populares de este blog

Qué chulada de maíz pinto

Crecí oyendo a mi papá decir con enjundia "¡Qué chulada de maíz pinto!" cuando le veía las piernas a mi mamá y después se las estrujaba con las mega-manotas que Dios le dio. Hasta hace poco no tenía una clara idea de lo hermoso que es el maíz azul (con el que hacen las tortillas azules que saben a gloria) hasta que de golpe lo vi en el mercado de Xochimilco, esta foto no me dejará mentir, su belleza es asombrosa.

Arte y política

Hace tiempo ya que el arte dejó de ser arte para convertirse en producción. Hace tiempo ya que el arte abandonó la inspiración para conformarse en las maneras y modos que convienen a la venta. Hace tiempo ya que el arte dejó de ser transgresor desde sí mismo para convertirse en imagen de una visión de mundo. Antes me preguntaba si el arte tenía un deber para con el pueblo, si el arte debía tener una posición política. Ahora pienso que ello es ya abandonar el arte para convertirse en publicidad. El arte no se debe a nada ni nadie, el arte —como también la filosofía, la religión— no debieran de servir a nadie ni tampoco montarse sobre eventos con el puro fin de la notoriedad o la moralina. El arte abre y al abrir comunica, no lo que quiere decir el pintor, sino lo que la apertura per se le dice al espectador. El arte tiene sus materiales y sus técnicas, el arte presenta formas en un espacio limitado, pero cuando es arte  trasciende todo ello y habla lo que no tiene voz. El

¿Se puede renunciar a un hermano?

Un hermano no es un "eso" aunque a veces lo parezca, sin embargo sí es un otro cuya diferencia disonante te quiebra todo propósito de seguir considerándolo como algo propio. Un hermano tiene implicado en los padres la relación contigo, de modo que sin pedirlo un hermano es siempre "tu" hermano. Un hermano, pues, te es propio, es tuyo, es biológicamente compatible; moralmente, sangre irrenunciable; historiográficamente, compañero; espiritualmente, mismidad. ¿Se puede renunciar a un hermano? Quieras o no, con un hermano compartes algo y no puedes verlo por completo ajeno aunque toda su forma de ser te repela hacia otra galaxia. Mi pregunta tiene una intensión, busca justificaciones, exoneraciones, permisos, simpatías. Un hermano puede serlo de muchas maneras. Para la experiencia pura y terrena del aquí y ahora, un hermano debe ejercer como tal o bien tan sólo es un: "sucedió que mis padres tuvieron un hijo con el cual compartí momentos por un tiempo pero