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Viernes por la tarde

Llueve. Son las seis de la tarde. El agua cae como cortina sobre el musgo y el limonero.  Empieza mi descanso. Un cuarto de tinto me esperaba al llegar a casa, ahora reposa en la copa. La música es mi compañera, me habla de muchas cosas. Hoy me habla del pasado… suena bien, muy bien. En seguida comienzan los pensamientos bajo el tono del “ojalá”, “y si”, “hubiera”. Ese tipo de pensamientos me hacen daño, mucho daño.  Imagino como podría ser si ahora mi realidad fuera otra. Eso no puede ser. ¿Por qué no imagino lo que pudiera ser mañana, en un año o dos? Voy a pecar, advierto; la edad afecta la forma en cómo imagino el futuro.  Pero vuelvo a la música y al vino. Opto por imaginar unicornios. No me hubiera creído que conozco tantas canciones de Phil Collins. Escucharlo me lleva a la Navidad en la que U2 era famoso por The Joshua Tree. Qué extraño. Esa Navidad la recuerdo porque la música sonaba igual de bonito que ahora, solo que estaba en el hogar familiar y mi papá h...

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