El vecino


La casa de mi mamá, que es de interés social está en un condominio de condominios. Las casas está pegaditas unas a otras, inclusive comparten, cada dos casas, una pared. Las casas de condominio donde vive mi mamá tienen la espalda pegada con la del otro condominio. Vivimos muy cerca los unos de los otros.

Hay un vecino mayor de edad que desayuna, come y cena, mentando madres. ¡Quítate!, ¡Cállate!, ¡Hijo de la chingada!, y similares me retumban en mi sensibilidad. El vecino usa andadera, a veces se cae, lo que provoca que de su boca salga toda su frustración. 

Al principio, cuando llegué para hacerla de cuidadora de mi mamá, me parecía que el vecino gritaba todo lo que yo sentía dentro. La impotencia y la idea de que uno ha perdido de alguna manera su vida, genera una frustración enorme.

El vecino tiene unos perros, no sé bien cuántos ni de qué tamaño, por los ladridos quizá dos tamaño mediano. Esos pobrecillos no han de salir nunca, como el señor. Si es cierto que los perros hacen servicio espiritual, los de mi vecino están acumulando puntaje (o estrellitas, o vidas).

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