Deporte extremo en la CDMX


Vivir en la Ciudad de México es intenso. Uno no sabe lo que se puede encontrar al salir de casa aunque sea para pasear al perro.

En la Ciudad de México, los pozos no los tapan aunque se ahoguen los niños. Las calles están, además de llenas de baches, mal planeadas, sin indicaciones. En caso de que sí haya indicaciones, los habitantes simplemente las ignoran.

Salir a pasear al perro es andar a las vivas con los perros callejeros y con los perros que, aunque tienen dueño andan sueltos en modo gandalla; hay que cruzarse las calles adivinando las intensiones de los conductores (en esta ciudad el conductor es primero que el peatón).

Esta ciudad no es para cualquiera, se requiere o un primitivismo  temerario o un máster práctico en gestión de las emociones.

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