¿Qué es el yo? ¿Quién soy yo? ¿Hay un yo que es?
Yo.
Por decir algo de "Yo" puedo decir cómo me llaman, como me han llamado. Pero el nombre no es "Yo". Puedo decir lo que he vivido, pero la memoria, el relato, no es "Yo".
¿Por qué tenemos una palabra tal como "Yo"?
Pienso que "Yo" es como una puerta desde la que experimento algo. Experimentar desde esa puerta es decir "experimento". Parece que sólo está disponible esa puerta que es "Yo". En lugar de decir "Yo", voy a decir "la puerta", que es el lugar desde donde se ve algo. ¿Quién ve? Nadie ve, simplemente se ve. Es un poco tramposo el lenguaje que empuja a conjugar y adquirir una posición.
La puerta tiene cabello, cierto tipo de cabello, hay muchos tipos de cabello, la puerta tiene uno de esos tipos. La puerta tiene un tipo de cuerpo, uno que se parece a otros cuerpos y que no se parece en nada a otros tantos. Por la puerta han pasado ciertas cosas, no todas, sólo algunas cosas de la infinidad de cosas que podrían pasar por la infinidad de puertas que hay. Por la puerta sólo pasan algunas y sólo se puede experimentar esas cosas, no se puede experimentar nada más por esa puerta que lo que pasa por esa puerta. La puerta está abierta pero no no siempre ha estado abierta y no estará abierta por siempre, pero antes y después es ausencia de puerta. La puerta es sólo puerta en tanto que está abierta del modo en como se abre esta puerta que es de lo único que se puede escribir aquí, ahora.
Por el momento se percibe una puerta, no la apertura en sí. La puerta marca límites, la apertura ninguno. Los límites encuadran. Parece complicado deshacerse de los límites y estar simplemente en la apertura. Lo límites en su aspecto limitante lo complican todo porque dicen qué sí y qué no y hay muchísimos no, además, de los sí hay comparación y extrañamiento cuando el sí deja de serlo y ahora se le ve como un no. Sí y no es un juego binario y así tan sencillo como parece (1/0) es bastante complicado porque las combinaciones no son sólo de lo que es sí ahora (que no habría combinaciones posibles) sino de los sí que han sido y de los sí que podrían ser, al igual que los no. Lo complicado son las probabilidades no en sí lo que es, porque lo que es es sólo apertura.
La identidad es una narrativa de combinaciones de sí y no. La narrativa nunca corresponde a la apertura como tal porque la apertura no es una narrativa. Para narrar algo se necesita comparar, para comparar se necesita algo que es y algo que no es. La apertura siempre es en tanto que es.
Luego está eso del "Yo" que hace y el "Yo" al que le hacen y empieza el juego binario otra vez.
Parece inevitable la descomposición de lo que es en una narrativa que, por lo demás, siempre le queda corta.
Pero sin el juego binario, este post no podría ser.
Yo.
Por decir algo de "Yo" puedo decir cómo me llaman, como me han llamado. Pero el nombre no es "Yo". Puedo decir lo que he vivido, pero la memoria, el relato, no es "Yo".
¿Por qué tenemos una palabra tal como "Yo"?
Pienso que "Yo" es como una puerta desde la que experimento algo. Experimentar desde esa puerta es decir "experimento". Parece que sólo está disponible esa puerta que es "Yo". En lugar de decir "Yo", voy a decir "la puerta", que es el lugar desde donde se ve algo. ¿Quién ve? Nadie ve, simplemente se ve. Es un poco tramposo el lenguaje que empuja a conjugar y adquirir una posición.
La puerta tiene cabello, cierto tipo de cabello, hay muchos tipos de cabello, la puerta tiene uno de esos tipos. La puerta tiene un tipo de cuerpo, uno que se parece a otros cuerpos y que no se parece en nada a otros tantos. Por la puerta han pasado ciertas cosas, no todas, sólo algunas cosas de la infinidad de cosas que podrían pasar por la infinidad de puertas que hay. Por la puerta sólo pasan algunas y sólo se puede experimentar esas cosas, no se puede experimentar nada más por esa puerta que lo que pasa por esa puerta. La puerta está abierta pero no no siempre ha estado abierta y no estará abierta por siempre, pero antes y después es ausencia de puerta. La puerta es sólo puerta en tanto que está abierta del modo en como se abre esta puerta que es de lo único que se puede escribir aquí, ahora.
Por el momento se percibe una puerta, no la apertura en sí. La puerta marca límites, la apertura ninguno. Los límites encuadran. Parece complicado deshacerse de los límites y estar simplemente en la apertura. Lo límites en su aspecto limitante lo complican todo porque dicen qué sí y qué no y hay muchísimos no, además, de los sí hay comparación y extrañamiento cuando el sí deja de serlo y ahora se le ve como un no. Sí y no es un juego binario y así tan sencillo como parece (1/0) es bastante complicado porque las combinaciones no son sólo de lo que es sí ahora (que no habría combinaciones posibles) sino de los sí que han sido y de los sí que podrían ser, al igual que los no. Lo complicado son las probabilidades no en sí lo que es, porque lo que es es sólo apertura.
La identidad es una narrativa de combinaciones de sí y no. La narrativa nunca corresponde a la apertura como tal porque la apertura no es una narrativa. Para narrar algo se necesita comparar, para comparar se necesita algo que es y algo que no es. La apertura siempre es en tanto que es.
Luego está eso del "Yo" que hace y el "Yo" al que le hacen y empieza el juego binario otra vez.
Parece inevitable la descomposición de lo que es en una narrativa que, por lo demás, siempre le queda corta.
Pero sin el juego binario, este post no podría ser.
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