Esta pregunta soltaron en un examen de doctorado. Desde luego que no hubo respuesta, porque uno no contesta ni "sí" ni "no" en un examen de filosofía, uno deja caminos abiertos.
La pregunta misma es un camino.
Pero dejémonos de cosas y contestemos la pregunta. ¿Es o no es mística lo que hace Heidegger? Desde Heidegger, absolutamente no. Desde la mística, absolutamente no. Desde la comprensión del lugar desde donde plantea Heidegger su pregunta por el sentido del ser y desde el lugar desde el cual la mística poetiza, desde luego que sí pero ese lugar ya deja de ser filosofía y deja de ser mística.
Ni la mística ni Heidegger se encuentran en el lugar en el que nos encontramos comúnmente. Ambos han abandonado el pletórico entramado de referencias, alias lo que conoce el ser humano y lo que toma por ya dado, para adentrarse en la profundidad de lo que es en su simplicidad. Lo que desde ahí nos intentan comunicar Heidegger y la mística requiere que cada uno a su modo (Heidegger y la mística) entreteja otro entramado especializado, alias contexto. Sin embargo, cada entramado construido se desprende inevitablemente de la profundidad de la que nació para extenderse discursivamente a nosotros —o sea que nos la sirven cocinada en un plato—. Los contextos construidos son distintos y, por tanto, uno no es igual al otro en su extensión narrativa —en su preparación—.
Como simples lectores, sólo asistimos al desplegado narrativo de quien quiere comunicar su experiencia o pensar profundos. Como simples lectores vemos que la mística y Heidegger hablan de misterio, de los dioses, de lo que no se puede decir, del vacío, de lo espiritual, etc. y pensamos superficialmente, luego de una lectura rápida, que hablan de lo mismo —como decir que una pizza es lo mismo que una memela—. Como dice Heidegger, tenemos que aprender a leer.
Supongamos ahora que somos lectores precavidos y nos detenemos un poco en la lectura, reflexionamos e investigamos. Heidegger hace filosofía. Los místicos hacen mística. Filosofía y mística son lugares distintos desde donde se abordan temas que no son ni científicos ni de sentido común. Nuevamente, queriéndolos separar, parece que se acercan y queremos decir inmediatamente que aunque son caminos distintos son paralelos, por lo cual los confundimos. ¿Van al mismo lugar ambos caminos en tanto que paralelos? La profundidad a la que pretenden adentrarse es una, o sea la respuesta es sí. Pero el lugar desde donde comprenden la profundidad es distinto, o sea la respuesta es no.
Heidegger desde luego que ha leído a los místicos, ha tenido una formación religiosa pero también a leído a los griegos y al idealismo alemán además de que maneja perfectamente la lógica y conoce de ciencia. Es inevitable que todo su pensar se alimente de ello, son sus recursos para desplegar su entramado. El entramado es tejido a conciencia, no deja que se quede una idea fija, constantemente destruye y reconstruye, constantemente piensa nuevamente cómo es que lo que es se nos da como se nos da.
La mística tiene otros propósitos. De entrada, la mística busca la unión del alma con lo divino, entonces parte de que hay un alma y que hay un lugar que no es en el que estamos habitualmente y al cual debiéramos ir, por ponerlo escuetamente. La mística no destruye el lugar desde el que parte, Heidegger sí lo hace. Sin embargo, los místicos como Eckhart, al haber tenido la experiencia de la unión, destruyen inevitablemente el lugar del que partieron.
Heidegger quiere desprenderse de toda representacionalidad, la mística quiere llevar a representación lo irrepresentable. Ambos, en algún punto tocan la nada o el vacío pero lo hacen por "razones" diferentes. En ambos casos, lo que dicen no puedes comprenderlo del todo al menos que tengas la experiencia de la irrepresentabilidad o la muerte del pensar desarraigado —o sea del pensamiento que sólo permite entender la exposición sin que cambie nada al que entiende—.
Hay muchos niveles del pensamiento. Heidegger y la mística buscan traspasarlos todos. La mística efectúa el abandono de sí, Heidegger se prepara para recibir el evento de la indigencia de representaciones. La mística comúnmente construye una doctrina de ello y por tanto vuelve a situarse en el pensamiento sin saberlo. Pocos como Eckhart son capaces de decir algo como "si encuentras a Dios, mátalo". Heidegger sabe que esencialmente podemos oscilar entre el pensamiento representacional y la irrepresentacionalidad (la experiencia de la aperturidad), el punto para Heidegger no es tomar una posición sino oscilar.
Forzar a ver las cosas de un modo es lo que tiene al hombre desquiciado.
Lo que hace Heidegger es pensar sin ningún resguardo, abrazar la libertad que es en sí ya dejarla ir.
La pregunta misma es un camino.
Pero dejémonos de cosas y contestemos la pregunta. ¿Es o no es mística lo que hace Heidegger? Desde Heidegger, absolutamente no. Desde la mística, absolutamente no. Desde la comprensión del lugar desde donde plantea Heidegger su pregunta por el sentido del ser y desde el lugar desde el cual la mística poetiza, desde luego que sí pero ese lugar ya deja de ser filosofía y deja de ser mística.
Ni la mística ni Heidegger se encuentran en el lugar en el que nos encontramos comúnmente. Ambos han abandonado el pletórico entramado de referencias, alias lo que conoce el ser humano y lo que toma por ya dado, para adentrarse en la profundidad de lo que es en su simplicidad. Lo que desde ahí nos intentan comunicar Heidegger y la mística requiere que cada uno a su modo (Heidegger y la mística) entreteja otro entramado especializado, alias contexto. Sin embargo, cada entramado construido se desprende inevitablemente de la profundidad de la que nació para extenderse discursivamente a nosotros —o sea que nos la sirven cocinada en un plato—. Los contextos construidos son distintos y, por tanto, uno no es igual al otro en su extensión narrativa —en su preparación—.
Como simples lectores, sólo asistimos al desplegado narrativo de quien quiere comunicar su experiencia o pensar profundos. Como simples lectores vemos que la mística y Heidegger hablan de misterio, de los dioses, de lo que no se puede decir, del vacío, de lo espiritual, etc. y pensamos superficialmente, luego de una lectura rápida, que hablan de lo mismo —como decir que una pizza es lo mismo que una memela—. Como dice Heidegger, tenemos que aprender a leer.
Supongamos ahora que somos lectores precavidos y nos detenemos un poco en la lectura, reflexionamos e investigamos. Heidegger hace filosofía. Los místicos hacen mística. Filosofía y mística son lugares distintos desde donde se abordan temas que no son ni científicos ni de sentido común. Nuevamente, queriéndolos separar, parece que se acercan y queremos decir inmediatamente que aunque son caminos distintos son paralelos, por lo cual los confundimos. ¿Van al mismo lugar ambos caminos en tanto que paralelos? La profundidad a la que pretenden adentrarse es una, o sea la respuesta es sí. Pero el lugar desde donde comprenden la profundidad es distinto, o sea la respuesta es no.
Heidegger desde luego que ha leído a los místicos, ha tenido una formación religiosa pero también a leído a los griegos y al idealismo alemán además de que maneja perfectamente la lógica y conoce de ciencia. Es inevitable que todo su pensar se alimente de ello, son sus recursos para desplegar su entramado. El entramado es tejido a conciencia, no deja que se quede una idea fija, constantemente destruye y reconstruye, constantemente piensa nuevamente cómo es que lo que es se nos da como se nos da.
La mística tiene otros propósitos. De entrada, la mística busca la unión del alma con lo divino, entonces parte de que hay un alma y que hay un lugar que no es en el que estamos habitualmente y al cual debiéramos ir, por ponerlo escuetamente. La mística no destruye el lugar desde el que parte, Heidegger sí lo hace. Sin embargo, los místicos como Eckhart, al haber tenido la experiencia de la unión, destruyen inevitablemente el lugar del que partieron.
Heidegger quiere desprenderse de toda representacionalidad, la mística quiere llevar a representación lo irrepresentable. Ambos, en algún punto tocan la nada o el vacío pero lo hacen por "razones" diferentes. En ambos casos, lo que dicen no puedes comprenderlo del todo al menos que tengas la experiencia de la irrepresentabilidad o la muerte del pensar desarraigado —o sea del pensamiento que sólo permite entender la exposición sin que cambie nada al que entiende—.
Hay muchos niveles del pensamiento. Heidegger y la mística buscan traspasarlos todos. La mística efectúa el abandono de sí, Heidegger se prepara para recibir el evento de la indigencia de representaciones. La mística comúnmente construye una doctrina de ello y por tanto vuelve a situarse en el pensamiento sin saberlo. Pocos como Eckhart son capaces de decir algo como "si encuentras a Dios, mátalo". Heidegger sabe que esencialmente podemos oscilar entre el pensamiento representacional y la irrepresentacionalidad (la experiencia de la aperturidad), el punto para Heidegger no es tomar una posición sino oscilar.
Forzar a ver las cosas de un modo es lo que tiene al hombre desquiciado.
Lo que hace Heidegger es pensar sin ningún resguardo, abrazar la libertad que es en sí ya dejarla ir.
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