“Hasta no ver, no creer”, reza la leyenda a la que todos nos hemos adscrito. En este mundo sólo vale lo constante y sonante.
Se presentan pruebas de lo sucedido, esto quiere decir que se extraen fracciones de su contexto y se presentan como absolutos indiscutibles. Hechos concretos, pedazos de un todo, en forma de imágenes, sonidos, testimonios. Gusto, tacto y olfato quedan excluidos de la primacía del mundo del oído y la vista. Los videos son la nueva “palabra de dios”.
Si no hay imagen o sonido grabado, no hay realidad.
Los teléfonos celulares son el seguro de la realidad. Todo está tan claro como un jpg o un mp3.
La vida transcurre pero no te importa vivirla sino grabarla y publicarla, porque sólo lo publicado da fe de tu existencia.
Así que de nada importa que ahora les diga que he visto libre volar a un cenzontle por arriba del tejado de mi casa.
Tampoco tengo la foto de la esperanza que se abrió dentro de mí, al verlo.
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