Ir al contenido principal

¿De qué va esta época?

Se le da al hombre ponerle nombre a las cosas cuando cree conocerlas. Algo no nombrado es algo desconocido o incognoscible (el presente, es decir, la experiencia de la existencia desarrollándose, es fundamentalmente incognoscible).

Las épocas reciben nombres haciendo alarde de lo que particularmente las distingue de otras. ¿De qué va esta época? ¿O es que todavía seguimos en la modernidad pese a nombrecitos nuevos como el antropoceno, lo contemporáneo, la posmodernidad?

Pese a intentos de algunos de abandonar la "deshumanización" de la época que le dió por hablar de lo "humano", pese a los intentos pacifistas ante las ganancias de la desestabilización, pese a los señalamientos filosóficos hacia la integración de un pensamiento no reduccionista y maquinal, pese la la devastación planetaria y al empobrecimiento de la vida espiritual a favor de un consumismo acelerado, pese a epidemias y pandemias; no logramos abandonar la modernidad.

En 1959, Heidegger, ante los productos de la Segunda Guerra Mundial, decía (Véase Serenidad, GA 77),

«La época que ahora comienza se denomina últimamente la era atómica. Su característica más llamativa es la bomba atómica»

2020, antes de que el COVID-19 nos tomara a todos por todos lados, lo que había en puerta era más guerra, más bombas atómicas, más gobernantes dispuestos a todo para engrandecer su ego y hacerse de más poder.

«Los grandes consorcios industriales de los países influyentes […] han calculado ya que la energía atómica puede llegar a ser un negocio gigantesco.»

Por cálculos no hemos parado, ahora no falta quien calcule el negocio de tener en su poder una vacuna contra el COVID-19, y no falta quien quiera hacer de los "sin voz" material de pruebas.

«Se mira al negocio atómico como la nueva felicidad.»

Y apresurados ya vamos imaginando el regreso a la normalidad (y preguntaría Naomi Klein, ¿a qué "normalidad" queremos regresar?, ¿a la del calentamiento global?, ¿a la de la amenaza de la Tercera Guerra Mundial?, ¿a la de los explotados y explotadores?, ¿a la del "crecimiento" desmedido"?). ¿En dónde vamos a encontrar la nueva felicidad?

«Así, en el mes de julio de este año [1955], dieciocho titulares del premio Nobel reunidos en la isla de Mainau han declarado literalmente en un manifiesto: "La ciencia —o sea, aquí, la ciencia natural moderna— es un camino que conduce a una vida humana más feliz".»

La ciencia y la tecnología lo prometen todo, lo que no promete son los sistemas económicos y sociales que las sostienen. La vida humana feliz está al alcance de quienes puede pagarla. ¿De qué sirven los avances en medicina si la salud está privatizada? ¿Cuándo permitimos que el agua, la comida, las vacunas, la higiene fueran indiscutible derecho de sólo una parte de la población? ¿Cuándo dejamos en manos de las leyes del mercado la educación y la salud? Y dejen ustedes el "cuándo" y pregúntense "¿por qué?".

«¿Por qué? Porque olvidamos reflexionar.»

«De ahí [de la filosofía moderna] nace una posición totalmente nueva del hombre en el mundo y respecto al mundo. Ahora el mundo aparece como objeto al que el pensamiento calculador dirige sus ataques y a los que ya nada debe poder resistir. La naturaleza se convierte así en una única estación gigantesca de gasolina, en fuente de energía para la técnica y la industria modernas.»

¿Es que no podemos desacelerar el paso y al menos comenzar a imaginar un mundo para todos donde el hombre deje de situarse en la cúspide de su enferma pirámide donde todo lo de abajo puede ser pisado?

«El poder oculto en la técnica moderna determina la relación del hombre con lo que es. Este poder domina la Tierra entera. El hombre comienza ya a alejarse de ella para penetrar en el espacio cósmico.»

La continua aceleración, el mandatorio crecimiento de todo emprender no puede imponerse límites pues dejaría de ser poder. El poder quiere más poder sólo por mor del poder mismo, lo demás escapa a su vista. ¿Para qué ir al cosmos cuando no puedes acceder a ti mismo? ¿Para qué tantas cosas que no puedes usar en medio de una pandemia? Lo que se nos ha escapado a la vista quizá ahora asome si nos damos un espacio antes de seguir evadiéndonos.

«La pregunta decisiva es ahora: ¿de qué modo podremos dominar y dirigir las inimaginables magnitudes de energía atómica y asegurarle así a la humanidad que estas energías gigantescas no vayan de pronto —aún sin acciones guerreras— a explotar en algún lugar y aniquilarlo todo?»

El continuo hacer del hombre y su continua ambición nos han explotado ya a todos. ¿Cuánto más sufrimiento necesitamos?

«Nadie puede prever las radicales transformaciones que se avecinan. […] Los poderes que en todas partes y a todas horas retan, encadenan, arrastran y acosan al hombre bajo alguna forma de utillaje o instalación técnica, estos poderes hace ya tiempo que han desbordado la voluntad y capacidad de decisión humana porque no han sido hechos por el hombre.»

Nos hemos montado a un sistema y nos hemos vuelto servidores de él y a eso le hemos llamado el derecho a buscar la felicidad.

«[Nuevamente, en 1955] el químico norteamericano Stanley dijo lo siguiente: "Se acerca la hora en que la vida estará puesta en manos del químico, que podrá descomponer o construir, o bien modificar la sustancia vital a su arbitrio". Se toma nota de semejante declaración. Se admira incluso la audacia de la investigación científica y no se piensa nada al respecto. Nadie se para a pensar en el hecho  de que aquí se está preparando, con los medios de la técnica, una agresión contra la vida y la esencia del ser humano, una agresión comparada con la cual bien poco significa la explosión de la bomba de hidrógeno.»

Nos estamos llevando a una larga aniquilación gestada desde la resistencia a pensar, desde el ignorar lo incognoscible que es al fin lo único desde donde podemos vivir: el habitar presente. Heidegger llamó a este pensar —en el G77— el pensar meditativo que es el único pensar que puede cuestionar al pensar calculador en el que se asienta el poder.

Hemos perdido el piso. Nuestra tarea es encontrar el arraigo aún en esta era de la virtualización y sobretodo pese a ella. Nuestra tarea es encontrar el fundamento en el cual podamos todos florecer, sin dejar de lado a nadie. No podemos caer en la trampa de decidir por adelantado quién sí y quién no porque ello sería corrompernos en lo más profundo. El pensamiento meditativo requiere que no nos quedemos atrapado es una representación, en una decisión, en un cálculo.

Lo más difícil para el hombre de hoy es justamente que no hay nada dicho, pero eso justamente es el fondo sin fondo en el que puede arraigar nuestro espíritu y desde el cual podemos crear.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Qué chulada de maíz pinto

Crecí oyendo a mi papá decir con enjundia "¡Qué chulada de maíz pinto!" cuando le veía las piernas a mi mamá y después se las estrujaba con las mega-manotas que Dios le dio. Hasta hace poco no tenía una clara idea de lo hermoso que es el maíz azul (con el que hacen las tortillas azules que saben a gloria) hasta que de golpe lo vi en el mercado de Xochimilco, esta foto no me dejará mentir, su belleza es asombrosa.

Arte y política

Hace tiempo ya que el arte dejó de ser arte para convertirse en producción. Hace tiempo ya que el arte abandonó la inspiración para conformarse en las maneras y modos que convienen a la venta. Hace tiempo ya que el arte dejó de ser transgresor desde sí mismo para convertirse en imagen de una visión de mundo. Antes me preguntaba si el arte tenía un deber para con el pueblo, si el arte debía tener una posición política. Ahora pienso que ello es ya abandonar el arte para convertirse en publicidad. El arte no se debe a nada ni nadie, el arte —como también la filosofía, la religión— no debieran de servir a nadie ni tampoco montarse sobre eventos con el puro fin de la notoriedad o la moralina. El arte abre y al abrir comunica, no lo que quiere decir el pintor, sino lo que la apertura per se le dice al espectador. El arte tiene sus materiales y sus técnicas, el arte presenta formas en un espacio limitado, pero cuando es arte  trasciende todo ello y habla lo que no tiene voz. El

¿Se puede renunciar a un hermano?

Un hermano no es un "eso" aunque a veces lo parezca, sin embargo sí es un otro cuya diferencia disonante te quiebra todo propósito de seguir considerándolo como algo propio. Un hermano tiene implicado en los padres la relación contigo, de modo que sin pedirlo un hermano es siempre "tu" hermano. Un hermano, pues, te es propio, es tuyo, es biológicamente compatible; moralmente, sangre irrenunciable; historiográficamente, compañero; espiritualmente, mismidad. ¿Se puede renunciar a un hermano? Quieras o no, con un hermano compartes algo y no puedes verlo por completo ajeno aunque toda su forma de ser te repela hacia otra galaxia. Mi pregunta tiene una intensión, busca justificaciones, exoneraciones, permisos, simpatías. Un hermano puede serlo de muchas maneras. Para la experiencia pura y terrena del aquí y ahora, un hermano debe ejercer como tal o bien tan sólo es un: "sucedió que mis padres tuvieron un hijo con el cual compartí momentos por un tiempo pero