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Nenbutsu

Nenbutsu es la invocación del Buda Amida, la cual se puede realizar mediante la oración namu-Amida-Butsu que puede traducirse como: "me refugio en el Buda Amida". La invocación pretende que quien se entregue al refugio del Buda Amida, renazca en la Tierra Pura.

Shinran (1173-1263) fue un filósofo de la Tierra Pura (una corriente del budismo), éste sostenía que el nenbutsu surgía de un estado de consciencia especial, de modo que no sólo buscaba una transición sino también en el invocador ya debía efectuarse un cambio en el modo de contemplar la cotidianidad. Quien se acoge al refugio del Buda Amida ha llegado a la conciencia de que él mismo no puede asegurarse, de que debe confiar en algo que trascienda a su propio poder o a su voluntad individuada.

Generalmente nos enseñan a resolver nuestros problemas por nuestra cuenta y a eso le llaman ser individuo responsable, pero hay problemas y situaciones que sobrepasan lo que podemos hacer. Sentimos desesperación o angustia que no podemos calmar, estamos aquejados por una enfermedad o alguien por quien sentimos afecto lo está, pasamos por un cambio que no podemos detener, o simplemente nos percatamos que en realidad no tenemos el control de nuestra vida más allá del simple hacer cosas. En ese momento, en el que dejamos de intentar resolver lo que no podemos resolver y nos damos cuenta de somos parte de una inconmensurabilidad, es que entramos en la conciencia de una fe que confía. Este estado está al alcance de cualquiera al igual que la oración.

Repetir la oración puede hacerse en cualquier momento. Hōnen (1133-1212) consideraba que era suficiente con repetir la oración concentrándose en la práctica y la creencia de que al hacerlo se renacería en la Tierra Pura. Habrá quien sostenga el poder de la oración al entrar a la esfera de los muchos que han orado y comparten la creencia. Habrá quien considere que la cosa no es tan simple y que hay que tomar lecciones con grandes maestros budistas para acceder a tal poder. Yo particularmente, creo posible la transformación mediante las dos vías pero también considero que seguir uno u otro camino no garantiza nada. ¿Por qué?

Si seguimos alguna práctica al modo de receta o poniendo todo el entusiasmo en ella lo único que estamos haciendo es seguir en el propio poder que ya sabemos nos ayuda muy poco para cuestiones espirituales-existenciales. La determinación de lograr algo desde el propio empeño no comulga con el deseo de tener una fe que confía, con el deseo de tomar refugio en algo distinto a la propia voluntad. Uno podrá pensar que para ir a algún lugar en específico (un lugar que puede ser ubicado en el mapa o un lugar de desarrollo que puede certificarse mediante examen) basta con la voluntad, y sí, mayormente así lo es si contamos con las condiciones adecuadas; pero ni Buda Amida es "alguien" y la Tierra Pura es un "lugar concreto", de modo que la voluntad, para esto, más bien nos estorba.

Las enseñanzas en torno a lo que busca el nenbutsu son útiles para darnos cuenta justamente de qué es lo que ofrece la invocación y no utilicemos la oración a modo de hacedora de milagros. Las enseñanzas nos ayudan a acercarnos pero no a llegar, necesitamos en algún punto detenernos para permitir ser acogidos por aquello en lo que buscamos refugio, dicho de otro modo, la voluntad tiene que detenerse en algún momento para que se realice la trascendencia a algo más allá que la propia voluntad.

Shinran utilizó dos conceptos para diferenciar la experiencia cotidiana de la experiencia religiosa. La primera está conducida por lo que el filósofo llamó el propio poder, este poder es lo que usamos para aprender algo, para cocinar algo, para detenernos, para cuidarnos, para saber qué nos hace daño y qué nos hace bien, en suma: para hacer lo necesario para asegurarnos física, mental y emocionalmente como individuos. La segunda está conducida por el Otro Poder y concibe la trascendencia, por lo cual no puede explicarse este estado y sólo puede experimentarse en carne propia. Con esto podemos decir que el renacimiento es en esta existencia pero implica una transformación de ver la vida y por tanto una transformación en el modo de experimentarla.

Myōe (1173-1232) consideraba justamente que la budeidad podía ser alcanzada en esta misma vida, incluso consideraba que la mente es la causa de todo lo que produce, por ejemplo: la desesperación,  es causada por la mente por lo cual no es algo que le llega de fuera a uno como una infección. Cabe remarcar qué es lo que produce la mente: estados mentales, pensamientos que conducen nuestras acciones y que afectan el modo en como percibimos lo que nos rodea. Esto nos llevaría a lo siguiente, a la posibilidad de la experiencia desde la no-mente o una experiencia pura u originaria. Justamente, salir del refugio de la mente (de las ideas y de todo lo conocido) lleva al hombre a refugiarse en la experiencia pura.

Lo interesante aquí es que al parecer, para renacer en la Tierra Pura es necesario nacer al mundo tal y como lo conocemos, de modo que me parece tal renacimiento como una expansión de consciencia.

La repetición de la oración del nenbutsu fue vista por Suzuki Shōsan (1579-1655) como una manera conveniente de concentrarse y silenciar el parloteo de la mente, de este modo, en el acallar los pensamientos es posible que se abra el acceso a la no-mente.

Si esto es correcto, se puede usar cualquier frase que no provoque un diálogo interno, pero considero que lo que implica el nenbutsu es la rendición consciente de la voluntad que ha derivado del origen fundamental. De aquí, podemos ver con Shidō Bunan (1603-1676), que el temor a la muerte surge precisamente del miedo a la disolución de la mente misma. La mente crea el temor ante la idea (creada desde la mente misma) de su disolución y esto se da porque nos identificamos con la mente y nos alejamos de lo que somos, mente búdica. Así que el nenbutsu no te leva a algún lugar lejos de ti, sino que te regresa a ti en tanto que eres ya buda. El renacimiento es, entonces, un regreso que es más parecido a un despertar del sueño de la mente.

Refugiarse en el Buda Amida es estar despojado ya del karma (del sufrimiento creado por la mente). La búsqueda nunca debe hacerse fuera de uno mismo, nadie tiene el poder para limpiarte de tu propio karma, nadie tiene el poder para llevarte a la budeidad. La toma del refugio se da en la resolución propia a soltar los constructos mentales.

Dice Shidō Bunan: «La gente dice que la iluminación es difícil. No es ni fácil ni difícil: nada que pueda ser agregado. Está aparte del bien y del mal de las cosas, mientras que al mismo tiempo les corresponden a ellas. Vive en los deseos y está aparte de ellos; muere y no muere; vive y no vive; ve y no ve; oye y no oye; se mueve y no se mueve; busca las cosas y no las busca; peca y no peca. Está por debajo del dominio de la causalidad y no lo está. Normalmente, la gente no puede lograrla, ni siquiera los "bodhisattvas" pueden realizarla. Por lo tanto se llama buda.»

La iluminación no es un acto moral ni te lleva a una moral. La moral es obra del propio poder, de la voluntad. Nenbutsu es la voluntad de la no voluntad y por tanto no es una práctica instrumental, es la vuelta a la naturalidad pre-concepciones mentales, a la naturalidad como algo sagrado.

En la plenitud, las necesidades de la mente no tienen lugar. Quien se siente lleno, no busca más; quien lo tiene todo, no arrebata nada; quien se siente como sí mismo, no tiene que demostrar nada. La plenitud sólo se logra en un estado de no-separación. Sólo se llega a la no-separación reintagrándose con todo lo que es en su estado de ser natural. Sin maestros, sin gurús, sin prácticas, sin objetos.

No hay hierba ni árboles;
ni tierra ni estado;
es más:
no hay buda.

Shidō Bunan



Fuente: La filosofía japonesa en sus textos, James W Heisig, Thomas P. Kasulis, John C. Maraldo, Raquel Bouso. Editorial Herder.

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