Para hablar de cosas del día a día me salí para ver qué me encontraba y ¡zaz! llegó de golpe el recuerdo del Östermalms Saluhall al ver el Mercado de Tlalpan. Digo, no es que se parezcan pero los ladrillitos así puestos me hicieron añorar a Estocolmo y al mercado de pisos impecables, las hogazas perfectas, los productos delicatessen y el café cargado con leche espumosa que se mantenía así hasta el último trago.
En el Mercado de Tlalpan sólo hay puestos de abarrotes y puestos de fruta que aunque no muy lindos si garantizan fruta deliciosa a precios que enloquecerían a un escandinavo. Lo triste es que ninguno en el mercado se siente (ni es tratado) como un profesional, así es que nadie invierte en su puesto y bueeeno mucho menos en que todo el mercado luzca lindo. Qué pena porque podría ser un atractivo para captar ingresos importantes.
En el Mercado de Tlalpan sólo hay puestos de abarrotes y puestos de fruta que aunque no muy lindos si garantizan fruta deliciosa a precios que enloquecerían a un escandinavo. Lo triste es que ninguno en el mercado se siente (ni es tratado) como un profesional, así es que nadie invierte en su puesto y bueeeno mucho menos en que todo el mercado luzca lindo. Qué pena porque podría ser un atractivo para captar ingresos importantes.
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