Después de tres días de S19 M7.1
En tres días se ha mostrado México en sus esplendores y sus cánceres con los que parecía, hasta ahora (espero que sea hasta ahora), los mexicanos se habían acostumbrado a vivir.
En tres días se mostró que los dirigentes sólo sirven para las poses y los discursos inútiles, que la autoridad muchas veces sólo estorba, que las televisoras enfatizan el drama y crean cuentos para mantener a la gente entretenida, que la gente no piensa y sigue replicando lo que no le consta en un afán de ser parte de lo que sucede, que hay quien se dice ser víctima sin serlo, que los partidos políticos sólo actúan en su propio beneficio, que es una gran mentira que las constructoras sigan altos estándares de construcción, que al momento de tomar responsabilidad los involucrados se deslindan, que no se puede confiar ni en el gobierno ni en las televisoras ni en los fanáticos tuiteros ni en los propios ciudadanos que hambreados como buitres (al igual que los políticos) roban donaciones, que la gente no confía en que los recursos recabados para los damnificados les lleguen íntegros. ¿En quién confiar? ¿A quién creer?
Los ciudadanos mexicanos se las tienen que ver con los desastres naturales, con las desgracias propias, con el prójimo que se aprovecha de la situación, con un gobierno que no ofrece garantías, con medios de comunicación que desinforman y dirigen la atención a lo que vende, con leyes que sólo están a favor del que puede pagar abogados o tiene contactos, con la total ausencia de la meritocracia. El esfuerzo de un mexicano íntegro es un esfuerzo titánico.
Los mexicanos que dan lo que tienen, que trabajan cargando piedras bajo la lluvia, que sin pedir nada arriesgan su vida, que siguen prestando sus servicios para mantener funcionando la ciudad, no se merecen ni el gobierno, ni los medios de comunicación que se alimentan de la ignorancia que fomentan. Es momento de sacudirse la escoria y dejar de cargarla. Es momento de dejar de apoyarse en falsos pilares y dejar de creer que alguien va a venir a resolver un modo de ser del mexicano que cada uno puede parar ya.
La crisis que ahora se vive permite ver quién es quien. No olvidemos lo que estamos viendo ahora, no olvidemos quiénes son los que ayudan y quiénes los que estorban, quiénes los que dan y quiénes los que quitan. Hay que ver lo que es y dejar de creer en fantasías publicitadas.
Tres días van y faltan muchos por venir. No sólo están los edificios derrumbados, también están los que ya no son habitables. Espero que no suceda lo del 85 y que gente tenga que vivir por años en tiendas de campaña mientras otros se enriquecen con lo que no les pertenece.
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