¿Qué debemos hacer?
"¿Qué debemos hacer?" Así empieza Cuadernos negros (1931-1938) de Heidegger seguido de otras preguntas que acentúan el carácter de esta primer pregunta: ¿Quiénes somos? ¿Por qué debemos ser? ¿Qué es lo ente? ¿Por qué sucede el ser? Esto es filosofar.
Para los grandes filósofos, hacer la pregunta correcta es lo importante porque es lo que conduce el pensamiento y en último caso la acción. Pero saber preguntar no es sólo cosa de filósofos, es cosa de todos si es que queremos plantearnos de frente y sin evasiones lo más digno de ser cuestionado: el sentido de nuestra existencia a partir del quedarnos sin apresuramiento en la cuestión de qué somos. Desde luego, debe ser claro para quien genuinamente se pregunta por qué debe hacer, que respuestas inmediatas de qué somos: por especie, género, edad, clase social y demás clasificaciones, no proporcionan ningún esclarecimiento existencial. Ninguna respuesta dada por ninguna autoridad en tema alguno debiera ser tomada como respuesta decisiva para guiar nuestro actuar, ya no podemos seguir relegando nuestra responsabilidad y mucho menos podemos justificarlo por las circunstancias como si nosotros estuviéramos simplemente arrojados al mar dentro de una barca sin timón.
Somos y sin embargo, sin sentido de qué somos (por qué es que somos) nos vemos prontamente sumidos en el sinsentido. Los estereotipos caen, las modas pasan, el poder toma nuevas formas y se modifican las tendencias… si perseguíamos cierta manera de ser, nos encontraríamos de pronto a destiempo y obsoletos incluso si optáramos por ir contra-corriente. Nos perdemos en la textura sin entender nuestra esencia (humano no es una respuesta útil).
La vida nos presiona y ya cuesta arriba ante la dificultad o cuesta abajo ante el descontrol de nuestra existencia nos preguntamos: ¿qué debemos hacer? Pero optar al vuelo por hacer esto o aquello sólo nos entretiene para no caer en depresión o ansiedad. Estamos acostumbrados a hacer aunque ningún hacer cure el sinsentido profundo que subyace en nuestra existencia, ¿por qué?
Ante la premura de respuestas del estado de urgencia al que nos lleva el sinsentido más vale la calma y el detenernos activamente en nosotros mismos, es decir, en de una vez por todas darnos a la labor de preguntarnos por quiénes somos sin oráculos de por medio. Basta de mediación, basta de respuestas fáciles, basta de hacer por hacer, basta de seguir la corriente y también de ir en contra. Basta de tatuarse en la existencia la decisión de qué hacer marcando por siempre quiénes somos.
No somos por siempre, somos temporales, es más, somos tiempo. Lo que hemos visto de nuestra existencia no es lo que somos, lo que queremos ser no es lo que somos, lo que nos han dicho que somos no es lo que somos. Bajamos y mientras bajamos somos bajar, subimos y mientras subimos somos subir. ¿Qué debemos hacer?
Para los grandes filósofos, hacer la pregunta correcta es lo importante porque es lo que conduce el pensamiento y en último caso la acción. Pero saber preguntar no es sólo cosa de filósofos, es cosa de todos si es que queremos plantearnos de frente y sin evasiones lo más digno de ser cuestionado: el sentido de nuestra existencia a partir del quedarnos sin apresuramiento en la cuestión de qué somos. Desde luego, debe ser claro para quien genuinamente se pregunta por qué debe hacer, que respuestas inmediatas de qué somos: por especie, género, edad, clase social y demás clasificaciones, no proporcionan ningún esclarecimiento existencial. Ninguna respuesta dada por ninguna autoridad en tema alguno debiera ser tomada como respuesta decisiva para guiar nuestro actuar, ya no podemos seguir relegando nuestra responsabilidad y mucho menos podemos justificarlo por las circunstancias como si nosotros estuviéramos simplemente arrojados al mar dentro de una barca sin timón.
Somos y sin embargo, sin sentido de qué somos (por qué es que somos) nos vemos prontamente sumidos en el sinsentido. Los estereotipos caen, las modas pasan, el poder toma nuevas formas y se modifican las tendencias… si perseguíamos cierta manera de ser, nos encontraríamos de pronto a destiempo y obsoletos incluso si optáramos por ir contra-corriente. Nos perdemos en la textura sin entender nuestra esencia (humano no es una respuesta útil).
La vida nos presiona y ya cuesta arriba ante la dificultad o cuesta abajo ante el descontrol de nuestra existencia nos preguntamos: ¿qué debemos hacer? Pero optar al vuelo por hacer esto o aquello sólo nos entretiene para no caer en depresión o ansiedad. Estamos acostumbrados a hacer aunque ningún hacer cure el sinsentido profundo que subyace en nuestra existencia, ¿por qué?
Ante la premura de respuestas del estado de urgencia al que nos lleva el sinsentido más vale la calma y el detenernos activamente en nosotros mismos, es decir, en de una vez por todas darnos a la labor de preguntarnos por quiénes somos sin oráculos de por medio. Basta de mediación, basta de respuestas fáciles, basta de hacer por hacer, basta de seguir la corriente y también de ir en contra. Basta de tatuarse en la existencia la decisión de qué hacer marcando por siempre quiénes somos.
No somos por siempre, somos temporales, es más, somos tiempo. Lo que hemos visto de nuestra existencia no es lo que somos, lo que queremos ser no es lo que somos, lo que nos han dicho que somos no es lo que somos. Bajamos y mientras bajamos somos bajar, subimos y mientras subimos somos subir. ¿Qué debemos hacer?
Comentarios