Y, de pronto, cae muerto

Las calles despejadas. Las vacaciones en pleno. El cielo, sólo por que ya se tiene tiempo para verlo, azul esperanza. Sandalias, shorts. Todos, a la visita, viviendo casual.

Paso lento, recolector. La mirada como mariposa en primavera. 

Los dados, de cualquier manera, cada día, en cada pueblo, son lanzados. Casi nunca sabemos a quién le tocaron. Casi siempre esperamos que no sea a quien conocemos. Y de vez en cuando, como quien se encuentra un billete a media calle, un hombre cae muerto a mitad de la calle y aunque no es el billete que recogemos, igual nos sentimos afortunados de que hoy, ahora no, nosotros —yo— seguimos andando, mirando y cavilando el sentido de nuestra propia vida. 

Comentarios

Entradas populares