El derecho a contradecirse
Mantener la coherencia entre lo que se dice, se piensa y se hace es un trabajo agotador y, lo que es más, prácticamente imposible.
Uno cambia, todos lo sabemos, pero ese cambiar no es un cambiar completo, las circunstancias y nuestra fabulosa tendencia a adaptarnos a ellas, nos lleva a modificar un comportamiento antes de reflexionar en ello y antes, desde luego, de decirlo. Luego entonces, uno termina haciendo algo sin "pensarlo" y en contra de lo que antes ha dicho. También sucede que uno lee libros y se encuentra reflexionando sobre una manera de ser, la reflexión nos lleva al cuestionamiento y por ello a la confrontación con lo que pensábamos antes o a la forma en que solíamos hacer las cosas; aquí está de nuevo el desfase entre el pensar-decir-hacer.
Este mismo texto, es para mí una confrontación con mi acostumbrada forma de pensar. Para mí resultaba valiosísimo la congruencia y me parecía muy reprochable que alguien fuera por el mundo diciendo cosas que no pensaba y haciendo otro tanto que contradecía todo lo que decía. Claro, que en todo hay niveles, pero aquí no estoy hablando de la gente que ni siquiera se cuestiona por qué hace lo que hace como lo hace.
Mantener la coherencia es útil para las relaciones, en tanto no se arruine la principal relación: la que se tiene con uno mismo. Ir en contra de uno porque antes ya había dicho que sentía o pensaba tal o cual cosa es perjudicial en extremo, pero no por ello uno deja de tener tacto para comunicarle al otro el cambio. Todo es cuestión de la amabilidad y de la comprensión que se muestre a uno mismo y a los otros.
Las cosas cambian, uno también cambia. A veces hay que aprender a decirse adiós para recibirse de nuevo. La vida es un existir cambiando y da miedo ir siempre con los ojos frente a lo desconocido, pero así es, siempre estamos de frente a lo que sucede por primera vez, si hay algo que se repite es la renovación. Siempre estamos confrontando la experiencia actual con el recuerdo de las anteriores (aunque algunos ni cuenta se den de ello y crean que siempre han sido los mismos) y siempre estamos actualizando nuestra forma de ser en el mundo, algunas actualizaciones son fáciles, otras nos exigen una transformación completa. El cambio es inmediato, la actualización de nuestra idea de nosotros mismos y el restablecimiento de la coherencia es lo que nos lleva tiempo.
Creo, me digo una y otra vez, que lo mejor en todos los casos es saber "abrir los brazos" y "abrazar" amorosos lo que viene, pues esa es nuestra vida: no hay otra. La aceptación es el primer paso para cambiar de dirección.
Uno cambia, todos lo sabemos, pero ese cambiar no es un cambiar completo, las circunstancias y nuestra fabulosa tendencia a adaptarnos a ellas, nos lleva a modificar un comportamiento antes de reflexionar en ello y antes, desde luego, de decirlo. Luego entonces, uno termina haciendo algo sin "pensarlo" y en contra de lo que antes ha dicho. También sucede que uno lee libros y se encuentra reflexionando sobre una manera de ser, la reflexión nos lleva al cuestionamiento y por ello a la confrontación con lo que pensábamos antes o a la forma en que solíamos hacer las cosas; aquí está de nuevo el desfase entre el pensar-decir-hacer.
Este mismo texto, es para mí una confrontación con mi acostumbrada forma de pensar. Para mí resultaba valiosísimo la congruencia y me parecía muy reprochable que alguien fuera por el mundo diciendo cosas que no pensaba y haciendo otro tanto que contradecía todo lo que decía. Claro, que en todo hay niveles, pero aquí no estoy hablando de la gente que ni siquiera se cuestiona por qué hace lo que hace como lo hace.
Mantener la coherencia es útil para las relaciones, en tanto no se arruine la principal relación: la que se tiene con uno mismo. Ir en contra de uno porque antes ya había dicho que sentía o pensaba tal o cual cosa es perjudicial en extremo, pero no por ello uno deja de tener tacto para comunicarle al otro el cambio. Todo es cuestión de la amabilidad y de la comprensión que se muestre a uno mismo y a los otros.
Las cosas cambian, uno también cambia. A veces hay que aprender a decirse adiós para recibirse de nuevo. La vida es un existir cambiando y da miedo ir siempre con los ojos frente a lo desconocido, pero así es, siempre estamos de frente a lo que sucede por primera vez, si hay algo que se repite es la renovación. Siempre estamos confrontando la experiencia actual con el recuerdo de las anteriores (aunque algunos ni cuenta se den de ello y crean que siempre han sido los mismos) y siempre estamos actualizando nuestra forma de ser en el mundo, algunas actualizaciones son fáciles, otras nos exigen una transformación completa. El cambio es inmediato, la actualización de nuestra idea de nosotros mismos y el restablecimiento de la coherencia es lo que nos lleva tiempo.
Creo, me digo una y otra vez, que lo mejor en todos los casos es saber "abrir los brazos" y "abrazar" amorosos lo que viene, pues esa es nuestra vida: no hay otra. La aceptación es el primer paso para cambiar de dirección.
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