Sin suerte
Empecemos por asumir que nada.
Tenía ganas de jacaranda. Me salí de casa en busca de un árbol bajo el cual pudiera estar para que me llovieran hojas y flores moradas. Y aquí estoy. El árbol todavía no obra su magia.
Me he traído mis audífonos. Van como cuatro veces que escucho la misma canción. Seguramente sonará cuatro veces más a menos que pase algo. No sé que pueda pasar aquí, no parece que vaya a llover, el sol no está pegando fuerte, toda la gente a mi alrededor está a lo suyo. Afuera todo es calma. Aquí adentro no.
Traigo una blusa amarilla, los mosquitos se sienten atraídos a ella. Las uñas no me crecen al mismo paso en todos los dedos, las cutículas se empeñan en secarse sin importar cuánta crema les ponga, mi anillo está perdiendo el color azul (me preguntó con qué lo podría pintar, en casa sólo tengo pintura acrílica).
Sigo esperando a que una especie de equilibro o armonía me tome. Una mujer con un perro flaquito ha pasado frente a mí y me ha sonreído; le he devuelto el gesto.
Me pregunto qué comeré hoy.
Me quedé sin mi compu por varios minutos. Se estaba actualizando el OS. No ha pasado nada, bueno sí, el sol se está poniendo intenso, de modo que el teclado ya está calientito. No quiero moverme de aquí y a la vez sí quiero. Estoy en modo "no me hayo".
Estoy llena de unos insectos verdes diminutos.
Parece que nada saldrá hoy. Aquí lo dejo.
Comentarios