En vísperas del 10 de mayo
Es sábado por la tarde, algunas gotas de agua se dejaron caer y luego, por un momento —de esos de los que se construye la magia— salió el sol y entró por mi ventana.
Me quedé mirando los reflejos del sol y las sombras que como papel picado confeccionaban las cortinas que mi mamá me mandó a hacer en La Parisina. Entre los reflejos y las sombras, camina una mosca; yo la miro como lo solía hacía en la infancia, cuando me quedaba viendo hacia afuera por el ventanal del departamento de mis abuelitos después de hacer la tarea. La mosca sube despacio por la ventana, no tiene prisa, no tiene una meta preestablecida, simplemente es mosca.
Coming Back To Life suena por las bocinas de la televisión. David Gilmore y yo, ahora juntos en sincrónico momento trastemporal miramos directo hacia el sol brillante. Dejo que la mosca camine, que el sol brille, que la música suene, que el tiempo pase y que otra memoria se forme en mí.
Coming Back To Life suena por las bocinas de la televisión. David Gilmore y yo, ahora juntos en sincrónico momento trastemporal miramos directo hacia el sol brillante. Dejo que la mosca camine, que el sol brille, que la música suene, que el tiempo pase y que otra memoria se forme en mí.
Mañana es diez de mayo y mi mamá se la pasará sola. México está en la cúspide de la curva de contagios. Muchas vidas están puestas en juego. Cada día es una apuesta que construye (o no) el puente entre vivir y seguir con vida. Nos restringimos para tener mañana otra oportunidad, no hay garantías pero debemos de creer que la posibilidad se dará —sin pensarlo, sin saberlo, vivimos de la fe—. Yo quiero creer que se dará pronto la oportunidad de comer con mi mamá así que mientras esperaré como cuando era niña y cada día a partir de las seis de la tarde miraba por la ventana a que mi mamá apareciera por la esquina. Esperaré y tendré confianza en que ahí estará llegando el día para mí.
Los días pasan sin poder ver sonrisas en la calle ni poder compartir una. Los tapabocas nos privan de cualquier conexión fortuita con extraños. Nos privamos hoy para poder tener muchas conexiones mañana.
La tarde cae y el sol deja de brillar pero los pajaritos continúan con su canto como si supieran que les necesitamos.
Que el tiempo no se vaya, que la canción no acabe, que volvamos a casa otra vez.
Que el tiempo no se vaya, que la canción no acabe, que volvamos a casa otra vez.
Me llamo a la calma. El sol saldrá otra vez y nos levantaremos, volveremos a compartir nuestras sonrisas y con suerte no olvidaremos que estar vivos es un regalo.
Comentarios