Primer paso
Yo no sé bien de castigos pero creo que la culpa es una de las peores autoflagelaciones. No hay paz y pronto la mente se acostumbra a repetir una y otra vez el castigo, esto no le sirve a nadie. A veces uno es mucho más duro con uno mismo y al mismo tiempo dice entender los errores de los demás. Me pregunto si de verdad es así, si de verdad uno puede entender a los demás y no entenderse a uno mismo; en tal caso ese entendimiento no tiene bases... Es como decir que se ama sin amarse a uno mismo.
Como todos en este planeta, he cometido muchos errores. En mi caso los más fuertes han sido conmigo misma y eso me arrebata la tranquilidad. La razón parece no servir de nada cuando se está cargado de emociones contenidas, cuando uno va por la vida diciendo que todo marcha bien y luego se acaba creyendo en tal mentira. Lo peor es mentirse a uno mismo y tratar de seguir a como de lugar, las emociones buscarán salir, también, a como de lugar. Negarse a ver lo que hay en uno es jugar a perder. Me pregunto por qué me torturo, por qué no puedo dejar el vicio de sentirme mal, hasta que un día alguien me dice: se íntegra contigo misma.
Mirar hacia dentro no siempre es lindo, ahí esconde uno a sus monstruos, a sus fantasmas, a sus más grandes miedos. No corras, no te salgas de ahí, sigue observando. Duele. Mira cada vez más profundo, ve al fondo de todo de una vez y sólo observa lo que encuentras, no juzgues, no lo expliques, acéptalo. Duele. Ya lo has visto, las emociones salen, te vacías. Abrásate. Pídete a ti mismo (a esa parte de ti que lo sabe todo) ayuda y si el daño es tan grande que ya no tienes fe en ti, pide ayuda a lo más divino y grande que te venga a la mente; se humilde, sabes que necesitas ayuda.
Después de este ejercicio llegaron unas palabras sabias a mí de mano de un ser de luz: «No vale la pena contar con libertad, si esta no incluye la libertad de cometer errores» —Ghandi.
Estamos aprendiendo.
Como todos en este planeta, he cometido muchos errores. En mi caso los más fuertes han sido conmigo misma y eso me arrebata la tranquilidad. La razón parece no servir de nada cuando se está cargado de emociones contenidas, cuando uno va por la vida diciendo que todo marcha bien y luego se acaba creyendo en tal mentira. Lo peor es mentirse a uno mismo y tratar de seguir a como de lugar, las emociones buscarán salir, también, a como de lugar. Negarse a ver lo que hay en uno es jugar a perder. Me pregunto por qué me torturo, por qué no puedo dejar el vicio de sentirme mal, hasta que un día alguien me dice: se íntegra contigo misma.
Mirar hacia dentro no siempre es lindo, ahí esconde uno a sus monstruos, a sus fantasmas, a sus más grandes miedos. No corras, no te salgas de ahí, sigue observando. Duele. Mira cada vez más profundo, ve al fondo de todo de una vez y sólo observa lo que encuentras, no juzgues, no lo expliques, acéptalo. Duele. Ya lo has visto, las emociones salen, te vacías. Abrásate. Pídete a ti mismo (a esa parte de ti que lo sabe todo) ayuda y si el daño es tan grande que ya no tienes fe en ti, pide ayuda a lo más divino y grande que te venga a la mente; se humilde, sabes que necesitas ayuda.
Después de este ejercicio llegaron unas palabras sabias a mí de mano de un ser de luz: «No vale la pena contar con libertad, si esta no incluye la libertad de cometer errores» —Ghandi.
Estamos aprendiendo.
Comentarios