Mientras todos duermen

Me debato entre la terquedad y el abandono. Parece que cada vez está más cerca la hora de volver, aunque nunca se vuelve del todo porque nunca se es el mismo.
En lo que llevo de vida, nunca he sentido deseos de volver a lo que fui ayer, hace un año o a determinada época. Nunca me ha sido fácil la vida, estar donde estoy ha significado esfuerzo. Quizá de aquí venga mi aversión al regreso: ¿cómo desandar el camino andado?
¿Cuántas veces se puede morir y renacer en vida? Prácticamente uno se muere cada día, al llegar la noche, pero lo vivido ese día no podrá jamás ocultarse. Llega el nuevo día y abrimos los ojos pero en lugar de construir algo nuevo pasamos inventario para ver en qué nos quedamos para poder seguir así con el mismo cuento aunque ya estemos cansados de ello. ¿Cuándo abandonar? ¿Cuándo insistir?
"Sigue escribiendo" grita una voz sin que se emita ningún sonido. Pero el mundo allá afuera se mueve a otro ritmo, la masa se exige desangrase a través de las pretensiones y quiere jalarte y llevarte y ya no sé más qué sueño es el que persigo.
La televisión lleva apagada once meses. El radio duró apenas nueve. Y por ahí no falta quien se indigne cuando digo que ya no quiero saber más de las noticias, que no me interesa la política porque me desconsuela saber que la gente se sigue manifestando egoísta y seguidora de lo que la mayoría dice sin si siquiera razonar un minuto sobre lo que como loros repiten.
¿Desde cuándo es más importante el "business" que la creación?
¿Cuándo irán a despertar todos?
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