Saltlakris

El mejor helado que he probado hasta ahora lo compré en Gamla Stan y es de sabor saltlakris. Tal helado es de color blanco jaspeado de negro, su sabor es como de anís con sal (raro pero delicioso). Ahí mismo bajaron los ángeles a ver cómo me deleitaba con tremendo sabor.

Caminé hacia la placita donde se fotografía tanta gente con esos lindos edificios de colores y me senté en medio mirando hacia los que comían mirando hacia mi. Iba con las letras de Hjalmar Söderberg bajo el brazo y sintiendo que era el momento ideal empecé a leer...

"Tienes que mirar tu mundo desde tu punto de vista no desde algún punto del espacio externo; modestamente, tienes que medir con tu propia medida, según tu posición y tus condiciones, la posición y las condiciones de la humanidad que habita la tierra. Así, la tierra es grande y la vida importa, y la noche es infinita y honda."

Saqué un marcador para resaltar el párrafo, no servía, se secó. Aparté entonces la página, cerré los ojos y escuché la melodía que entonaban unas niñas de escuela. La vida importa.

Estoy aquí. Me repito una y otra vez: Flor, estás aquí. Gamla al alcance de mis pies abierto a que llegue cuantas veces tenga que llegar para creerlo.

Uno se gana lo que tiene. ¿Qué tanto he hecho para tener lo que tengo? Mucho. Treinta y ocho años de tomar decisiones, de escoger y aprender a renunciar. Cito a Söderberg:

"Querer es ser capaz de escoger. (...)
Y poder escoger es poder renunciar. (...)
Queremos tenerlo todo, queremos serlo todo. Queremos gozar de la felicidad y ahondar en todo sufrimiento. Queremos el patetismo de la acción y la paz del contemplativo. Queremos a la vez la tranquilidad del desierto y el tumulto de la plaza. Queremos ser al mismo tiempo la idea del solitario y el grito de la masa, ser a la vez melodía y acorde. ¡A la vez! ¡Si fuera posible!"

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