Instantáneas sensitivas de un tiempo sido

Últimamente he estado teniendo rememoraciones que comienzan con una sensación física seguida de un breve destello de un momento vivido en mi infancia. Estas rememoraciones han comprendido el espacio entre los 3 y los 12 años. Me pregunto a qué se debe.
Estas rememoraciones no tienen que ver con eventos importantes o hitos, sino simples momentos aleatorios que ni siquiera sabía que se encontraban en mi memoria, como el ir caminado por la mañana hacia mi Escuela Primaria. No pasa más nada que el ir caminando, la sensación interna de ese ir.
En las sesiones que tengo con mi psicóloga siempre me invita a ser explícita con lo que siento, es decir, a darle nombre a la emoción, al sentimiento. Estoy sintiendo tal o cual, así y asá, espera que diga. Cuando nombras algo lo conviertes en objeto y por ende en algo observable "fuera de ti", lo cual ayuda a desvincularte de la emoción para proceder al razonamiento de lo vivido. Y está muy bien para reestructurar la narrativa de cómo te has comprendido en esa experiencia pero se pierde —como yo lo llamo— la sensación pura, es decir, la sensación que no es de "algo", que no tiene objeto explicable y por ende analizable. ¿De qué hablo? De la experiencia misma siempre emotiva.
La emoción es la experiencia corporal. Darle nombre es llevar a la razón a etiquetar, por comparación, lo vivido entre otras experiencias similares ¿no es esto sesgar la experiencia?
Ahora bien, no todas las experiencias son referibles a actantes identificables que inciden sobre uno. Por ejemplo, el sol que incide sobre mi piel y que me provoca la sensación de calidez, que luego, por comparación podré decir que quemaba, que era tibio o que era apenas una caricia. ¿Qué hay de la experiencia de ti mismo siendo? ¿A qué puedes referirla? No hay un actante, algo así como la vida incidiendo en ti, pues tú eres vida.
Bien, pues he tenido rememoraciones de yo siendo, experiencias emotivas sin objeto a la vez que no identificables. Experiencia de la emoción en su punto anterior al despliegue de tal o cual emoción.
Yo entrando en la mercería. Yo mirando la vitrina. Yo ante material de una tienda de manualidades. Yo en la mañana. Yo hacia la alberca. Yo mirando a través de la ventana. Yo dormitando en el asiento trasero del coche. Yo afuera de un hospital. Yo mirando la manteca mientras mi abuelita cocina. Yo mirando los chícharos del guisado. Yo en el pasillo del departamento de mis abuelitos. Yo caminado en la iglesia. Yo cruzando un puente. Yo imaginando a mis hermanos en su clase de natación…
Al fondo de todo, yo, es decir la experiencia pura de la existencia. Asombro-vacío. Ni bien ni mal. Emoción pura del ser testigo de uno mismo.
Quizá no etiquetar o nombrar sea otra vía para integrarse a uno mismo, no como historia, sino como la fuente misma de toda historia posible.
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