Ir al contenido principal

Terroristas verbales

Los terroristas verbales son personas que sólo pueden ver su opinión y el fundamento de su opinión como lo más válido o lo mejor. De estas personas que se tachan de súper eruditos, intelectuales, conocedores o autoridades, está lleno el mundo. Estas personas son las que quieren ir corrigiendo al mundo (pues ellos saben mejor qué le conviene al mundo), les encanta ir señalando faltas, burlarse de la supuesta ignorancia del otro, desplegar su amplísimo conocimiento a la menor provocación, demeritar el razonamiento de los demás y, cuando tienen la oportunidad, dilapidar públicamente a quien muestre la menor debilidad argumentativa.

Cuando me hicieron la entrevista para entrar a la maestría me preguntaron qué le contestaría yo a Carnap respecto de la crítica dilapidaría sobre el pensar de Heidegger, sobre su estilo y específicamente sobre la nada. El doctor que me hizo la pregunta aseveró que Heidegger nunca le contestó a Carnap.

Por ese entonces no había leído mucho a Heidegger, la Gesamtausgabe (la colección de obras de Heidegger) consta de 102 tomos de filosofía densa. Lo primero que me enteré leyendo a Heidegger fue que desde luego que si le contestó a Carnap, sólo que nunca mencionó su nombre, nunca respondió con un “Sr. Carnap:” ni tampoco fue a entrevistarse con el señor para aclarar su malentendido. Carnap fue uno de los terroristas verbales de Heidegger. Y no es que a Heidegger le faltaran argumentos, conocimiento o inteligencia, es que frente a un planteamiento cerrado no es posible ningún diálogo. Carnap no quería dialogar, no quería indagar, quería mostrar que desde su razón, Heidegger era un carente de pluma con una idea tonta.

Heidegger, supongo, debió haberse dado cuenta que nada de lo que dijera cambiaría el modo de pensar de Carnap porque los dos estaban en distintos dominios del pensamiento, como si uno sintonizara su radio (pensamiento) en AM y el otro en FM. Carnap no supo leer a Heidegger y, cómo muchos, leyó a Heidegger desde un ámbito en el que todo caía fuera de contexto y así, cuando mejor le iba, le tachaban de místico.

Para que haya diálogo, los participantes han de abandonar su dominio para ingresar al del otro y desde ahí conducirlo a lo que se está debatiendo. Los participantes han de ser generosos. El diálogo requiere buena disposición y tiempo. El diálogo se va construyendo, no es una suerte de respuesta inmediata en tanto estudiada y premeditada. En el diálogo las partes se sientan al mismo nivel y se miran a los ojos como iguales. Eso sucede muy raramente y eso es precisamente la base de la filosofía, pero incluso en la academia filosófica algunos parecen haberse olvidado de ello.

Me parece que es fácil caer en el terrorismo verbal, éste se alimenta de las estructuras jerárquicas, del poder y del miedo. Cuando el terrorismo verbal no es suficiente para asegurarse, la violencia física emerge. Así de peligroso veo el proceder autoritario y la necesidad de tener razón.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Qué chulada de maíz pinto

Crecí oyendo a mi papá decir con enjundia "¡Qué chulada de maíz pinto!" cuando le veía las piernas a mi mamá y después se las estrujaba con las mega-manotas que Dios le dio. Hasta hace poco no tenía una clara idea de lo hermoso que es el maíz azul (con el que hacen las tortillas azules que saben a gloria) hasta que de golpe lo vi en el mercado de Xochimilco, esta foto no me dejará mentir, su belleza es asombrosa.

Arte y política

Hace tiempo ya que el arte dejó de ser arte para convertirse en producción. Hace tiempo ya que el arte abandonó la inspiración para conformarse en las maneras y modos que convienen a la venta. Hace tiempo ya que el arte dejó de ser transgresor desde sí mismo para convertirse en imagen de una visión de mundo. Antes me preguntaba si el arte tenía un deber para con el pueblo, si el arte debía tener una posición política. Ahora pienso que ello es ya abandonar el arte para convertirse en publicidad. El arte no se debe a nada ni nadie, el arte —como también la filosofía, la religión— no debieran de servir a nadie ni tampoco montarse sobre eventos con el puro fin de la notoriedad o la moralina. El arte abre y al abrir comunica, no lo que quiere decir el pintor, sino lo que la apertura per se le dice al espectador. El arte tiene sus materiales y sus técnicas, el arte presenta formas en un espacio limitado, pero cuando es arte  trasciende todo ello y habla lo que no tiene voz. El

¿Se puede renunciar a un hermano?

Un hermano no es un "eso" aunque a veces lo parezca, sin embargo sí es un otro cuya diferencia disonante te quiebra todo propósito de seguir considerándolo como algo propio. Un hermano tiene implicado en los padres la relación contigo, de modo que sin pedirlo un hermano es siempre "tu" hermano. Un hermano, pues, te es propio, es tuyo, es biológicamente compatible; moralmente, sangre irrenunciable; historiográficamente, compañero; espiritualmente, mismidad. ¿Se puede renunciar a un hermano? Quieras o no, con un hermano compartes algo y no puedes verlo por completo ajeno aunque toda su forma de ser te repela hacia otra galaxia. Mi pregunta tiene una intensión, busca justificaciones, exoneraciones, permisos, simpatías. Un hermano puede serlo de muchas maneras. Para la experiencia pura y terrena del aquí y ahora, un hermano debe ejercer como tal o bien tan sólo es un: "sucedió que mis padres tuvieron un hijo con el cual compartí momentos por un tiempo pero