Conocer deviniendo
Estamos acostumbrados a acceder al conocimiento a partir de la teoría, es decir, del discurso conceptual. Esta forma de conocer nos separa de lo conocido, lo cual nos ha parecido muy bien en tanto que podemos ser “objetivos”. Lo que no vemos con este modo de conocer es que nos dejamos fuera y al hacer esto, nos privamos del conocimiento de nosotros mismos.
Pero conocer no se da solamente de modo teórico, también se da de modo práctico, pero aquí la práctica no tiene que ver con la experimentación metodológica en la que continúa la separación de aquel que lleva a cabo el experimento respecto de aquello con lo que se realiza el experimento. La práctica como conocimiento es el conocer deviniendo, es decir, poniéndose a uno mismo dentro de lo que quiere conocerse. Si uno quiere conocer un árbol, uno debe devenir el árbol. ¿Es esto posible?, pensarán escépticos la gran mayoría. A lo que apunta este tipo de conocimiento es a abolir la separación sujeto-objeto así como la idea del yo como algo autocontenido, de forma tal que el yo se convierte en parte de toda experiencia indivisible. Para el individuo esto significaría ponerse en juego, dejar de salvarse, comprenderse como proceso que deviene, que no está decidido y que se da en la intimidad de la comunidad (vivir la experiencia del no-yo).
Pero conocer no se da solamente de modo teórico, también se da de modo práctico, pero aquí la práctica no tiene que ver con la experimentación metodológica en la que continúa la separación de aquel que lleva a cabo el experimento respecto de aquello con lo que se realiza el experimento. La práctica como conocimiento es el conocer deviniendo, es decir, poniéndose a uno mismo dentro de lo que quiere conocerse. Si uno quiere conocer un árbol, uno debe devenir el árbol. ¿Es esto posible?, pensarán escépticos la gran mayoría. A lo que apunta este tipo de conocimiento es a abolir la separación sujeto-objeto así como la idea del yo como algo autocontenido, de forma tal que el yo se convierte en parte de toda experiencia indivisible. Para el individuo esto significaría ponerse en juego, dejar de salvarse, comprenderse como proceso que deviene, que no está decidido y que se da en la intimidad de la comunidad (vivir la experiencia del no-yo).
La realización de la realidad se da a partir de la realización de nosotros como realidad y en la realidad, es decir, en intimidad e integridad.
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