No sabes lo que tienes…

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido. ¿Cómo nos damos cuenta de lo que tenemos? Para el perdido hará falta una situación límite (de esas en que la vida está amenazada o el mundo en el que ésta está basada se ve peligrosamente alterado). Para el quejoso bastará con la suspensión temporal de su cotidianidad.

¿Pero es que tiene que ser doloroso? No, ahí está el modo de vida mindfulness. La cosa es que el hombre necio no cambia hasta que se ve obligado a hacerlo. Pero el individuo no es necio de manera gratuita, la colectividad le pone la mesa para que éste se sirva. 

¿Quién es el sensato de amar su vida y procurarla por el simple hecho de amarla, es decir, sin tener ninguna expectativa? ¿Quién es el claro de mente, el despierto, que se mira con los ojos bien abiertos y toma responsabilidad de sí mismo? ¿Quién es el iluminado que está consigo sin importar las circunstancias? ¿Quién es el valiente de experimentar para consigo el amor incondicional? Y no es que a la sociedad le urja —que sí— sino que a cada uno de nosotros nos urge, queramos verlo o no, porque si no ¿para qué subsistir sin vivir?


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