El Carnap que hay en mí
Cuando Heidegger se estaba devanando los sesos por pensar de otra manera porque ya Nietzsche había llegado a la extrema desesperación de ver a dónde se estaba encaminado la humanidad sin darse cuenta que la desesperación lleva a la ética y la ética esencialmente no lleva a ningún lado (palabra de Kierkegaard), se apareció un tal Carnap para ponerlo en su lugar.
"Oigame señor Heidegger, lo que usted dice son puras necedades, entiendo que en el arte uno pase de las leyes gramaticales y la lógica, pero usted lo que escribe difícilmente llega a arte. En pocas palabras habla de nada", dijo Carnap. "Exacto señor Carnap, tiene usted razón", contestó Heidegger entre dientes y se dio la media vuelta para ir a escribir entre sus notas que nadie lo entendía.
Bueno, tengo un Heidegger y un Carnap en mí. Mi Heidegger brinca y brinca para que lo deje salir, pero mi Carnap es feroz en sus críticas y le dice a mi Heidegger que se deje de tonterías. Aunque Heidegger sabe que la mayor tontería sería seguir como hasta ahora.
"Ya no estamos en el medioevo y a las mujeres se les permite hablar aunque no siempre se las tome en serio. No nos va a pasar lo que a Margarita Porete", me dice Heidegger al oído. "Lo que va a pasar es que no vamos a llegar a ningún lado", me grita Carnap angustiado. "¡Vaya!, pues justo eso es la nada", se ríe Heidegger haciendo un gesto con el codo hacia mí.
Yo no sé si no acabamos de entender, o si nos da mucha flojera pensar distinto porque ya medio nos hicimos un huequito en esta forma de siempre de vivir. A lo mejor no tenemos ni idea de adonde caminamos como comunidad pero estamos trabaje y trabaje para hacernos de nuestras cositas (incluyendo robar). O somos muy Carnap, todos cuadrados pensando muy lógicamente y ante semejante desastre ecológico nos paramos el cuello diciendo "entropía" y tan-tán.
Quiero pesar distinto, y leo libros que Carnap ya hubiera quemado… y Heidegger también. Pero debo seguir, algo en mí me lo implora y yo ya no puedo darme el lujo de desoír mi interior.
"Oigame señor Heidegger, lo que usted dice son puras necedades, entiendo que en el arte uno pase de las leyes gramaticales y la lógica, pero usted lo que escribe difícilmente llega a arte. En pocas palabras habla de nada", dijo Carnap. "Exacto señor Carnap, tiene usted razón", contestó Heidegger entre dientes y se dio la media vuelta para ir a escribir entre sus notas que nadie lo entendía.
Bueno, tengo un Heidegger y un Carnap en mí. Mi Heidegger brinca y brinca para que lo deje salir, pero mi Carnap es feroz en sus críticas y le dice a mi Heidegger que se deje de tonterías. Aunque Heidegger sabe que la mayor tontería sería seguir como hasta ahora.
"Ya no estamos en el medioevo y a las mujeres se les permite hablar aunque no siempre se las tome en serio. No nos va a pasar lo que a Margarita Porete", me dice Heidegger al oído. "Lo que va a pasar es que no vamos a llegar a ningún lado", me grita Carnap angustiado. "¡Vaya!, pues justo eso es la nada", se ríe Heidegger haciendo un gesto con el codo hacia mí.
Yo no sé si no acabamos de entender, o si nos da mucha flojera pensar distinto porque ya medio nos hicimos un huequito en esta forma de siempre de vivir. A lo mejor no tenemos ni idea de adonde caminamos como comunidad pero estamos trabaje y trabaje para hacernos de nuestras cositas (incluyendo robar). O somos muy Carnap, todos cuadrados pensando muy lógicamente y ante semejante desastre ecológico nos paramos el cuello diciendo "entropía" y tan-tán.
Quiero pesar distinto, y leo libros que Carnap ya hubiera quemado… y Heidegger también. Pero debo seguir, algo en mí me lo implora y yo ya no puedo darme el lujo de desoír mi interior.
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