Creo
Me parece que no debería mostrarme sorprendida, sino agradecida.
Cuántas veces he exclamado "dios, dios" mientras me revuelvo el cabello con las manos y siento que me falta tiempo y que mi capacidad de leer un sólo libro a la vez me limita... todo me sucede, cual tornado interior que lo toca todo allá afuera, mientras leo alternadamente a Colli y Nietzsche. Descanso un poco con Octavio Paz y Hermann Hesse pero ya he sido afectada, ya no leo igual.
Esta sensación de estar en la antesala de la confirmación de mis grandes cuestionamientos me extasía. No, no hablo de respuestas, que traerían en todo caso el sosiego; hablo de la ratificación de mi impulso de búsqueda como algo más genuino que mis intentos vanos por ser práctica y ver las cosas simples (¡ja!, como si vivir no tuviera chiste alguno).
Creo, firmemente creo, que no hace falta encontrar una explicación científica a lo que es uno; no hace falta descubrir los propios sentimientos en la voz de un poeta para darles valor; para qué dejarse llevar con canciones de otros cuando canciones más profundas brotan de uno, cuando uno mismo es una continua melodía que va del fortissimo al pianissimo de ida y de regreso; por qué conformarse con explicaciones metafóricas de los otros sobre nuestro propio ser y luego creer que somos sólo eso. Creo, firmemente creo, que en lo primero y lo último en lo que uno tiene que creer es en uno mismo.
Cuántas veces he exclamado "dios, dios" mientras me revuelvo el cabello con las manos y siento que me falta tiempo y que mi capacidad de leer un sólo libro a la vez me limita... todo me sucede, cual tornado interior que lo toca todo allá afuera, mientras leo alternadamente a Colli y Nietzsche. Descanso un poco con Octavio Paz y Hermann Hesse pero ya he sido afectada, ya no leo igual.
Esta sensación de estar en la antesala de la confirmación de mis grandes cuestionamientos me extasía. No, no hablo de respuestas, que traerían en todo caso el sosiego; hablo de la ratificación de mi impulso de búsqueda como algo más genuino que mis intentos vanos por ser práctica y ver las cosas simples (¡ja!, como si vivir no tuviera chiste alguno).
Creo, firmemente creo, que no hace falta encontrar una explicación científica a lo que es uno; no hace falta descubrir los propios sentimientos en la voz de un poeta para darles valor; para qué dejarse llevar con canciones de otros cuando canciones más profundas brotan de uno, cuando uno mismo es una continua melodía que va del fortissimo al pianissimo de ida y de regreso; por qué conformarse con explicaciones metafóricas de los otros sobre nuestro propio ser y luego creer que somos sólo eso. Creo, firmemente creo, que en lo primero y lo último en lo que uno tiene que creer es en uno mismo.
Comentarios