Este clima tan voluble

Estoy muy sentida. El clima de Estocolmo está jugando con mis sentimientos, en verdad ya no sé que esperar de él. No nos estamos entendiendo.

Estaba yo ya muy instalada en el calor, viendo que la ropa en mi closet ya no servía más para andar a gusto. Estaba presta a comprar un vestido y la necesidad de unas gafas oscuras volvía a mí. Necesitaré bronceador, me dije.

Guardé todas las cobijas pues era insostenible dormir así. ¡Pero qué cosaaaa! Si según había leído la temperatura máxima eran unos 20 grados celsius. De verdad que se sentían como 30.

Luego parece que el calor fue requerido en otro lugar y sin más, tomó sus chivas y se marchó. Ahora se sentían 10 grados con un viento tan grosero que se le congelaba a uno todito. Bueno, pensé, quizá con tanto viento mañana vuelva el calor. Nop. Recibimos al día siguiente con 5 grados pero el viento nos hizo el favor de ser más sutil. Hoy eran las 12:00 y el termómetro se negaba a marcar más allá de los 6 grados.

Aquí ni el viento ni la lluvia son un presagio de que volverá el calor que a tantos suecos movió.

Y yo que ya me veía comprando mi kit de picnic con copas, mantel, transportador de vino. Y también tenía detectada una tienda de quesos que tienen muy buen aspecto (Gamla Amsterdam). Y ya me hacía a la búsqueda de la parrilla portátil con la que se asan las salchichas. Y nada, no hay respeto.

En respuesta a mi entusiasmo, el clima ha decidido que todos se vuelvan a guardar, que ya no salgan las sandalias, que las chicas no se levanten las blusas o anden en mini shorts o minifaldas y mucho menos se le vuelva a ocurrir a nadie caminar descalzo por las calles.

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