Escribir sí, meditar ya no
Voy despertando (casi). Intenté meditar porque llevo días sin hacerlo (no lo he hecho porque me ha resultado frustrante), la idea era mantener a raya el bombardeo mental, mantenerme simple observadora de las mil y una cosas que se le ocurren a mi cabeza. Lo intenté tres, cuatro veces; me dormí unas, me mal viajé otras. Me empecé a sentir mal cuando había amanecido casi que bien. Miré mi celular, se llena muy rápido de circulitos rojos. El vecino le grita a su perro, de un animal ladrando pasamos a dos. Me he acordado que en Instagram he publicado algunas preguntas evitando el género, en lugar de la "o" o la "a" he usado una "x" como vi que hacían en fichas de descripciones en museos y en algunos programas de la Facultad de Filosofía. Me molesta haberlo hecho.
Estuve tentada a explicarme sobre esa "x". Tengo débiles opiniones tanto a favor como en contra. Lo importante es que me molesta, así que no lo haré más.
Recuerdo algo que leí sobre el ego. El deseo de controlar al ego, sigue siendo ego. Control es el modo de ser del ego. También leí, en otro lado, que la meditación no es para todos (esa de sentarse con los ojos cerrados) o que más bien hay otras formas de meditar (qué es meditar, me pregunto). Cuando meditar se ha vuelto el objetivo, se ha pedido. Digamos que meditar es reunirse con uno mismo, con la experiencia de estar, entonces resulta que cada quien se reúne consigo mismo siguiendo distintos caminos. A mí me gusta escribir. La cosa es que he dejado que mi escritura se contamine del "deber ser", de opiniones ajenas, del lenguaje inclusivo y hasta del qué dirán. Entonces mi escritura no fluye, se encuentra con senderos angostos, vueltas pronunciadas, muros que le quitan el sentido.
Dicho esto, me siento mejor. Saldré de la cama para pasear a mi perrita y luego hacer el desayuno.
Tal vez tenga que desaprender.
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