Perdonar no es olvidar
El perdón y el olvido no se corresponden, no tiene nada que ver el uno con el otro. El perdón es una decisión, el olvido es un accidente. El perdón proviene de la comprensión, el olvido de la pérdida de memoria.
Mucho he oído eso de que "perdono pero no olvido". Esto siempre viene acompañado de un tono de soberbia, es la voz de un ego que piensa que el perdón es algo que le otorga al otro pero lo hace desde una posición de autoridad reforzada por el sufrimiento que le ha traído lo que pretende "perdonar". El perdón, es más bien, la liberación de energía que consumes rumiando una y otra vez lo que sientes que te han hecho.
No faltan los que dicen que perdonan pero que eso hace que se vuelvan a aprovechar de ellos. Eso no es perdón, es estupidez.
Perdonar no es hacer como si algo no hubiera sucedido.
Supongamos que alguien ha sufrido algún tipo de agravio que le causa dolor emocional y que en el camino, por alguna razón, pierde la memoria. Ha olvidado, sí pero, ¿ha perdonado? Claro que no porque no ha habido ningún tipo de comprensión. Si bien no revivirá una y otra vez lo que le hicieron, la experiencia emocional se quedará atorada pues la experiencia nunca fue procesada.
Perdonar no es quitar responsabilidad, perdonar es simplemente dejar de sufrir por algo que ya pasó y que no se puede deshacer. En efecto, lo pasado queda en el pasado, es por la memoria que sabemos lo que pasó, pero es por nuestra interpretación que hacemos que algo nos duela o no.
Perdonar es resignificar lo sucedido y recuperarse del sentido de pérdida de sí mismo.
No cualquiera puede perdonar y tampoco cualquiera puede hacerlo de manera inmediata. Algunos tardamos años. El punto es que no es cuestión de razonamiento, de encontrar la explicación de lo sucedido, tampoco es cuestión de darnos la orden "perdona" y esperar que al segundo siguiente todo desaparezca, eso es querer olvidar. Para perdonar hay que estar en la emoción que nos ha causado lo sucedido y dejar que nos muestre el por qué de nuestro dolor, es decir, es permitir observar nuestra verdad. Generalmente la incapacidad de perdonar a alguien tiene que ver conque en el fondo nos culpamos de lo sucedido. En el perdón también se da el perdón a uno mismo.
Perdonar no es poner la otra mejilla, es liberar el rencor que guardamos y aprender de ello.
Sólo tenemos necesidad de perdonar cuando creemos que alguien hizo algo a propósito. Cuando no hay un alguien entonces nos da por culpar a la vida, a la sociedad, a Dios, a la suerte; esto es jugar el papel del víctima. Una víctima carece de poder. Hacernos víctimas es quitarnos el poder de disfrutar lo que tenemos ahora y las posibilidades que se abren ante nosotros. Hacernos víctimas es decidir por la repetición de lo mismo una y otra vez, es crear para nosotros un infierno.
Mucho he oído eso de que "perdono pero no olvido". Esto siempre viene acompañado de un tono de soberbia, es la voz de un ego que piensa que el perdón es algo que le otorga al otro pero lo hace desde una posición de autoridad reforzada por el sufrimiento que le ha traído lo que pretende "perdonar". El perdón, es más bien, la liberación de energía que consumes rumiando una y otra vez lo que sientes que te han hecho.
No faltan los que dicen que perdonan pero que eso hace que se vuelvan a aprovechar de ellos. Eso no es perdón, es estupidez.
Perdonar no es hacer como si algo no hubiera sucedido.
Supongamos que alguien ha sufrido algún tipo de agravio que le causa dolor emocional y que en el camino, por alguna razón, pierde la memoria. Ha olvidado, sí pero, ¿ha perdonado? Claro que no porque no ha habido ningún tipo de comprensión. Si bien no revivirá una y otra vez lo que le hicieron, la experiencia emocional se quedará atorada pues la experiencia nunca fue procesada.
Perdonar no es quitar responsabilidad, perdonar es simplemente dejar de sufrir por algo que ya pasó y que no se puede deshacer. En efecto, lo pasado queda en el pasado, es por la memoria que sabemos lo que pasó, pero es por nuestra interpretación que hacemos que algo nos duela o no.
Perdonar es resignificar lo sucedido y recuperarse del sentido de pérdida de sí mismo.
No cualquiera puede perdonar y tampoco cualquiera puede hacerlo de manera inmediata. Algunos tardamos años. El punto es que no es cuestión de razonamiento, de encontrar la explicación de lo sucedido, tampoco es cuestión de darnos la orden "perdona" y esperar que al segundo siguiente todo desaparezca, eso es querer olvidar. Para perdonar hay que estar en la emoción que nos ha causado lo sucedido y dejar que nos muestre el por qué de nuestro dolor, es decir, es permitir observar nuestra verdad. Generalmente la incapacidad de perdonar a alguien tiene que ver conque en el fondo nos culpamos de lo sucedido. En el perdón también se da el perdón a uno mismo.
Perdonar no es poner la otra mejilla, es liberar el rencor que guardamos y aprender de ello.
Sólo tenemos necesidad de perdonar cuando creemos que alguien hizo algo a propósito. Cuando no hay un alguien entonces nos da por culpar a la vida, a la sociedad, a Dios, a la suerte; esto es jugar el papel del víctima. Una víctima carece de poder. Hacernos víctimas es quitarnos el poder de disfrutar lo que tenemos ahora y las posibilidades que se abren ante nosotros. Hacernos víctimas es decidir por la repetición de lo mismo una y otra vez, es crear para nosotros un infierno.
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