La niña interior
Todos tenemos un niño interior, es esa memoria de experiencias no procesadas, no integradas, no reevaluadas que quedan pendientes formando una identidad que puede estar muy callada y de pronto salir con todos sus miedos a descomponerte tu experiencia actual… o mejor dicho, a que uses tu experiencia actual para que proceses lo que quedó pendiente ahora que tienes más armas.
A mí hablar con los niños no es algo que me encante, en realidad no me gusta, así que cuando la sugerencia para resolver mis miedos fue hablarle a mi niña interior, la verdad es que no sabía como abordar el punto. Lo único que me quedó claro es que sentía una niña muerta de miedo dentro de mí, pero no pude hacer mucho porque hice lo mismo que cuando quieres que alguien se sienta bien, le dices: no te preocupes, tu eres fuerte, vas a salir adelante, es tu imaginación, ya va a pasar, etc. Eso no resuelve nada, no ayuda y no quita el miedo.
Empecemos por algo fundamental. Los miedos se quedan sin resolver porque no tenemos la madurez para enfrentarlos y porque a nuestro alrededor no encontramos ejemplos a seguir para superar los miedos, generalmente aprendemos a evadir nada más y mientras tanto a sentirnos completamente desvalidos y a merced de lo que nos está pasando. Los miedos se quedan sin enfrentarse con una madurez cognitiva porque aún no tenemos esa madurez, somos niños. Un niño que muere de miedo por una pesadilla necesita ayuda. A mí me mandaban de regreso a mi cama para que "me hiciera fuerte", obvio no sucedió. Las pesadillas encierran miedos básicos a la pérdida, el ridículo, el desamparo, la soledad, la violencia, el no encontrar una salida. Esos miedos básicos son los que vuelven a nosotros despertando la emoción sin que nos sea evidente la causa. Pero si nos fijamos bien, si prestamos atención al momento, podremos recordar un momento de la niñez en la que nos sentimos justo como nos estamos sintiendo ahora.
Lo que aplica de inmediato y sirve mucho es poner atención a lo que estamos experimentando y el recuerdo que nos despierta al modo de "se siente como cuando me pasó…". Lo que sigue es tratarnos con compasión y eso implica amar a aquel niño que ante ese miedo no pudo hacer nada y quedarnos junto a él, esto es, viviendo con él el miedo para que con los recursos que tenemos ahora podamos primeramente comprendernos y ofrecernos apoyo. Por ejemplo, iba hoy hacia un evento por la mañana y de pronto me vino la incomodidad, estaba en curso el develamiento de un miedo antiguo, como cuando era el primer día de clases de la primaria y no sabía lo que me esperaba, me quedé conmigo (con el miedo antiguo, dejándolo que despertara la memoria) y me di cuenta lo difícil que es para mi la incertidumbre, el no saber lo que me espera. Entonces me dije que en realidad, nadie sabe lo que le espera, puede uno imaginar lo que probablemente puede suceder de acuerdo a su experiencia pero un niño no tiene muchas experiencias de dónde tomar, así que es como saltar a un abismo. Esto es realmente lo que sucede con todos nosotros todos los días pero dejamos de ponerle atención y empezamos a creer que tenemos el control. Así que me dije: «te entiendo, no sabemos lo que va a pasar, pero tomémoslo como una aventura; no saber es parte de la diversión, si supiéramos sería muy aburrido, ni no nos sentimos bien, nos vamos». Luego seguí mi conversación interna con mi yo adulta: «las dificultades se presentan para aprender de nosotros, para descubrir como las enfrentamos, así que confiemos en nosotras y disfrutemos del día en lugar de estar esperando a que las cosas salgan mal». Así el miedo disminuyó y me sentí más confiada, fui compasiva conmigo porque tomé en serio lo que estaba experimentando en lugar de molestarme y mandar la emoción de vuelta al sótano. Ojo, las emociones se pueden convertir en monstruos para los adultos bajo la forma de ansiedad y depresión.
Me gustaría decir que con dos o tres veces que hagas el ejercicio ya la libraste. A lo mejor algunos sí, no sé. En mi caso es un proceso en el que aún me encuentro. Mi niña interior esta mega-aterrada y comprendo que es parte de mi sensibilidad y que me ha tocado enfrentar esos miedos ahora por alguna razón. Quiero con todas mis ganas aprender de verdad a confiar y soltar todo intento de control, quiero de verdad creer que no necesito resolverlo todo, ni siquiera mis miedos. Quiero aprender a "volar" y divertirme en el trayecto. Espero que tú también te diviertas y seas amable contigo.
A mí hablar con los niños no es algo que me encante, en realidad no me gusta, así que cuando la sugerencia para resolver mis miedos fue hablarle a mi niña interior, la verdad es que no sabía como abordar el punto. Lo único que me quedó claro es que sentía una niña muerta de miedo dentro de mí, pero no pude hacer mucho porque hice lo mismo que cuando quieres que alguien se sienta bien, le dices: no te preocupes, tu eres fuerte, vas a salir adelante, es tu imaginación, ya va a pasar, etc. Eso no resuelve nada, no ayuda y no quita el miedo.
Empecemos por algo fundamental. Los miedos se quedan sin resolver porque no tenemos la madurez para enfrentarlos y porque a nuestro alrededor no encontramos ejemplos a seguir para superar los miedos, generalmente aprendemos a evadir nada más y mientras tanto a sentirnos completamente desvalidos y a merced de lo que nos está pasando. Los miedos se quedan sin enfrentarse con una madurez cognitiva porque aún no tenemos esa madurez, somos niños. Un niño que muere de miedo por una pesadilla necesita ayuda. A mí me mandaban de regreso a mi cama para que "me hiciera fuerte", obvio no sucedió. Las pesadillas encierran miedos básicos a la pérdida, el ridículo, el desamparo, la soledad, la violencia, el no encontrar una salida. Esos miedos básicos son los que vuelven a nosotros despertando la emoción sin que nos sea evidente la causa. Pero si nos fijamos bien, si prestamos atención al momento, podremos recordar un momento de la niñez en la que nos sentimos justo como nos estamos sintiendo ahora.
Lo que aplica de inmediato y sirve mucho es poner atención a lo que estamos experimentando y el recuerdo que nos despierta al modo de "se siente como cuando me pasó…". Lo que sigue es tratarnos con compasión y eso implica amar a aquel niño que ante ese miedo no pudo hacer nada y quedarnos junto a él, esto es, viviendo con él el miedo para que con los recursos que tenemos ahora podamos primeramente comprendernos y ofrecernos apoyo. Por ejemplo, iba hoy hacia un evento por la mañana y de pronto me vino la incomodidad, estaba en curso el develamiento de un miedo antiguo, como cuando era el primer día de clases de la primaria y no sabía lo que me esperaba, me quedé conmigo (con el miedo antiguo, dejándolo que despertara la memoria) y me di cuenta lo difícil que es para mi la incertidumbre, el no saber lo que me espera. Entonces me dije que en realidad, nadie sabe lo que le espera, puede uno imaginar lo que probablemente puede suceder de acuerdo a su experiencia pero un niño no tiene muchas experiencias de dónde tomar, así que es como saltar a un abismo. Esto es realmente lo que sucede con todos nosotros todos los días pero dejamos de ponerle atención y empezamos a creer que tenemos el control. Así que me dije: «te entiendo, no sabemos lo que va a pasar, pero tomémoslo como una aventura; no saber es parte de la diversión, si supiéramos sería muy aburrido, ni no nos sentimos bien, nos vamos». Luego seguí mi conversación interna con mi yo adulta: «las dificultades se presentan para aprender de nosotros, para descubrir como las enfrentamos, así que confiemos en nosotras y disfrutemos del día en lugar de estar esperando a que las cosas salgan mal». Así el miedo disminuyó y me sentí más confiada, fui compasiva conmigo porque tomé en serio lo que estaba experimentando en lugar de molestarme y mandar la emoción de vuelta al sótano. Ojo, las emociones se pueden convertir en monstruos para los adultos bajo la forma de ansiedad y depresión.
Me gustaría decir que con dos o tres veces que hagas el ejercicio ya la libraste. A lo mejor algunos sí, no sé. En mi caso es un proceso en el que aún me encuentro. Mi niña interior esta mega-aterrada y comprendo que es parte de mi sensibilidad y que me ha tocado enfrentar esos miedos ahora por alguna razón. Quiero con todas mis ganas aprender de verdad a confiar y soltar todo intento de control, quiero de verdad creer que no necesito resolverlo todo, ni siquiera mis miedos. Quiero aprender a "volar" y divertirme en el trayecto. Espero que tú también te diviertas y seas amable contigo.
Comentarios