Somos diferentes
Decir que tú eres diferente de él es algo obvio, ¡claro que son diferentes! podrá afirmar cualquiera. Nuestras diferencias trascienden lo físico. No es sólo que mi huella dactilar sea única, que mis experiencias sean únicas y que mi manera de ver la vida sea única… es que también la forma en que veo al mundo, la forma en que me aproximo al mundo, la forma en que enfrento los obstáculos y la forma en que disfruto las buenas nuevas, en combinación, me hacen única. Esto es muy obvio pero lo olvidamos.
Algunos tienden al pesimismo, otros ven en todo una oportunidad. Hay quien siempre encuentra un motivo para sonreír y hay quien le cuesta mucho encontrar por qué sonreír. Hay quienes tienden a la acción y también los hay que se encierran en sí mismos. Algunos son buenos para aconsejar, otros son buenos para contener y abrazar. Hay quienes invitan a luchar y a arrojarse en contraposición a los que invitan a la prevención, la contención, la espera. Visto así, todos necesitamos de todos, porque los otros nos fortalecen donde somos débiles.
Que alguien no pueda ser como es uno no significa que sea un incapaz, simplemente significa que sus cualidades modulan la forma en la que es. No todos son líderes, no todos son entusiastas, no todos son hogareños pero a veces necesitan de quienes sí lo son.
La vida, entre todo lo que nos ofrece nos da también dificultades. Todos tenemos nuestros retos sólo es que son de distinto tipo.
Siempre tenemos algo que ofrecer y también algo de lo que carecemos. Nos necesitamos mutuamente pero cuando estamos bien y todo marcha viento en popa nos olvidamos de los demás. Sólo volteamos a verlos cuando estamos en necesidad.
Lo que intento decir es que hay que mirar al otro con el que compartimos la vida: al familiar, al amigo, al conocido, al colega. Verlo significa respetarlo y estar abierto a darle, cuando lo pide, lo que a nosotros nos sobra. A veces es suficiente una sonrisa, un saludo, un abrazo o la atenta escucha. A veces basta el decir que lo acompañamos de corazón en lo que está pasando.
Algunos tienden al pesimismo, otros ven en todo una oportunidad. Hay quien siempre encuentra un motivo para sonreír y hay quien le cuesta mucho encontrar por qué sonreír. Hay quienes tienden a la acción y también los hay que se encierran en sí mismos. Algunos son buenos para aconsejar, otros son buenos para contener y abrazar. Hay quienes invitan a luchar y a arrojarse en contraposición a los que invitan a la prevención, la contención, la espera. Visto así, todos necesitamos de todos, porque los otros nos fortalecen donde somos débiles.
Que alguien no pueda ser como es uno no significa que sea un incapaz, simplemente significa que sus cualidades modulan la forma en la que es. No todos son líderes, no todos son entusiastas, no todos son hogareños pero a veces necesitan de quienes sí lo son.
La vida, entre todo lo que nos ofrece nos da también dificultades. Todos tenemos nuestros retos sólo es que son de distinto tipo.
Siempre tenemos algo que ofrecer y también algo de lo que carecemos. Nos necesitamos mutuamente pero cuando estamos bien y todo marcha viento en popa nos olvidamos de los demás. Sólo volteamos a verlos cuando estamos en necesidad.
Lo que intento decir es que hay que mirar al otro con el que compartimos la vida: al familiar, al amigo, al conocido, al colega. Verlo significa respetarlo y estar abierto a darle, cuando lo pide, lo que a nosotros nos sobra. A veces es suficiente una sonrisa, un saludo, un abrazo o la atenta escucha. A veces basta el decir que lo acompañamos de corazón en lo que está pasando.
Comentarios