Café en un día de lluvia
El día lo pedía. Llevaba tiempo esperando poder regresar a la cafetería del Museo Franz Mayer, en el Centro de la Ciudad de México. La lluvia incesante me llevó, además, claro está, del deseo de tomar un buen café en un lugar tranquilo y con vistas a un jardín empapado.
La gran mesa de madera estaba sola, esperándome junto al ventanal. Es mi mesa, mi ventana, mi café, mi techo con vigas, mis paredes con mosaicos, mi lluvia, mis pies fríos, mi día entre (me tomo la licencia de usar un término que no es mío): pasitos de agua.
La gran mesa de madera estaba sola, esperándome junto al ventanal. Es mi mesa, mi ventana, mi café, mi techo con vigas, mis paredes con mosaicos, mi lluvia, mis pies fríos, mi día entre (me tomo la licencia de usar un término que no es mío): pasitos de agua.
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