Entre el I/O de Dios
Entre más siento menos creo, entre más pienso más ganas tengo de arrojarme hacia una risa descontrolada pues lo que veo aquí adentro y allá afuera no es sino un juego perverso.
¿Quién prendió la luz?
Sobrepasando el tema de la religión y los mitos me siento a pensar como debieron haberlo hecho tantos Adanes sobre este caos ordenado para no sé qué propósitos. Si cada uno somos un pixel en un fractal que nadie ve podemos seguir ahí sin mayor cuestionamiento y ¿para qué? Si de pronto alguien mira el fractal y su luz nos despierta y descubrimos que somos cada uno tan sólo un pixel y entonces nos espantamos de nuestra desnudez, ¿para qué? Y si eones después vamos entendiendo que nuestra existencia unida dibuja el más bello fractal ¿qué? ¿Qué caso tiene?
Dudar o tener fe. ¿Para qué?
Quisiera mas bien pensar como Lilith y dejar ahí la mesa puesta y reírme de dIOs.
La humanidad está perdida. Me espanto. Lo niego. Pienso en posibilidades, en soluciones. No encuentro ninguna, se apaga Dios. Entonces un algo que no puedo describir, que se oculta en mi oscuridad, levanta la mano y me hace desear no dejarme llevar por la idea perdida; me dice que, como un bit, puedo cambiar la información. Y Dios se enciende.
¿Quién prendió la luz?
Sobrepasando el tema de la religión y los mitos me siento a pensar como debieron haberlo hecho tantos Adanes sobre este caos ordenado para no sé qué propósitos. Si cada uno somos un pixel en un fractal que nadie ve podemos seguir ahí sin mayor cuestionamiento y ¿para qué? Si de pronto alguien mira el fractal y su luz nos despierta y descubrimos que somos cada uno tan sólo un pixel y entonces nos espantamos de nuestra desnudez, ¿para qué? Y si eones después vamos entendiendo que nuestra existencia unida dibuja el más bello fractal ¿qué? ¿Qué caso tiene?
Dudar o tener fe. ¿Para qué?
Quisiera mas bien pensar como Lilith y dejar ahí la mesa puesta y reírme de dIOs.
La humanidad está perdida. Me espanto. Lo niego. Pienso en posibilidades, en soluciones. No encuentro ninguna, se apaga Dios. Entonces un algo que no puedo describir, que se oculta en mi oscuridad, levanta la mano y me hace desear no dejarme llevar por la idea perdida; me dice que, como un bit, puedo cambiar la información. Y Dios se enciende.
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