Mi primer regalo

Pensé en cuál podría ser mi regalo (de mí para mí) y después de una parada en una tienda de libros y salir con tres tomos enormes y la película de Twilight me fuí contenta a comerme (¡qué diablos!) una gordita de requesón y otra de chicharrón prensado. Ya con esto andaba yo muy feliz calculando el número de horas de diversión que me daría el regalo que me compré.
Lo mejor estaba por pasar, al llegar a casa un arreglo de flores inesperado esperaba por mí: mis amigos El Actuario y La Matemática me mandaban rosas blancas desde su tierra muy lejana. Yo les mando un abrazo público-virtual. Me han tocado el corazón.
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