Sentimiento de la existencia


Como había dicho en el post anterior, estoy leyendo por segunda vez el texto de Pierre Hadot: No te olvides de vivir, Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Las primeras páginas me han traído gozo, no tanto como la primera vez, supongo que se necesita cierto cúmulo de experiencias para disfrutar más este tipo de lectura (estuve tentada a escribir que se requiere de cierta edad, pero no quiero ser prejuiciosa y asumir que la acumulación de años conlleva a cierta madurez).

Lo que les quiero compartir hoy es mi experiencia de lo que Pierre Hadot, desde Rousseau, describe como "sentimiento de la existencia". Este sentimiento lo he experimentado claramente dos veces y es, como quien dice, la "onda".

Rousseau dice que se trata de "un sentimiento precioso de contento y de paz, que bastaría, él solo, para volver esta existencia cara y dulce". Sigue Hadot: "Este sentimiento no es accesible a todo el mundo ni en cualquier momento". Yo podría añadir que, en efecto, no se trata de un sentimiento que se evoque a voluntad, es más bien una donación. Por el momento no sé si algún ejercicio espiritual pueda ponernos en mejor disposición para su advenimiento. Las dos veces que me sucedió había transitado por la ansiedad, y no fue únicamente que la ansiedad hubiera cesado de repente, que en tal caso se siente una calma, un descanso o un volver a ser uno mismo en su regularidad. Esas dos veces experimenté un no necesitar nada, una experiencia de plenitud estando las cosas tal y como estaban, una ausencia de deseo; un sentimiento de estar expandida, contenta, sin miedo, sin diálogos mentales; una seguridad de que todo estaba perfectamente bien. Escribe Hadot citando a Rousseau:

"Es preciso que el corazón esté en paz y que ninguna pasión venga a turbar la calma". Es un estado en el que el alma no tiene "necesidad de recordar el pasado no de saltar al porvenir […], donde el presente dura siempre sin marcar no obstante su duración ni ninguna huella de sucesión"; "¿De qué se goza en semejante situación? De nada exterior a sí, de nada sino de sí mismo y de la propia existencia, mientras este estado dure nos bastamos a nosotros mismos como Dios".

Se trata de una felicidad inesperada, una suerte de reposición del mundo en el mundo, una especie de pausa del mundanal ruido, un regalo que te avisa que es posible el Cielo en la Tierra, que hay una cualidad existencial otra. Se trata del instante que suspende la memoria y la imaginación, el pasado y el futuro.

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