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Mi vida está cambiando


Recién acabé de entregar un ensayo, estaba estudiando, tomando notas sobre el siguiente tema de mi diplomado de la historia del arte. Escuchaba de fondo a Joji mezclado con los cuetes dedicados a San Antonio de Padua (según tengo entendido). Todavía suenan. El ambiente huele a perfume de mujer, alguna vecina usó demasiado después de tomar un baño. En mi nariz aún queda el olor a lavanda, cúrcuma y romero que crecen en un costado de mi garage. Hace calor. Me ha venido una sensación: mi mundo está cambiando.

El cambio es algo que siempre sucede. La impermanencia es la regla, dicen los budistas. Todo está en movimiento, en transformación, en regeneración. Sí, sí, pero muchas veces se siente el estancamiento, la estabilidad, la predictibilidad. Hoy no. Creo que ayer o anteayer o el viernes pasó como hoy: una percepción ligera, algo así como una intuición de que mi mundo está cambiando. Creo que está bien, no, es más, lo anhelo.

Respiro un poco más del perfume que se extiende por mi estudio.

¿A dónde voy? No sé. ¿Qué haré? No sé. Ya no siento miedo como antes, hay en mi una especie de ligereza.

Hace unos días mi horno de microondas se descompuso. Me he planteado la idea de que tal vez no lo necesite. Luce como un muerto en mi cocina.

Me he preparado un té helado de fresa y yerbabuena. Le he puesto un cubito de hielo.

Me llegó el libro que quería leer de Alejandra Pizarnik, así, sin esfuerzo. Empezaré de a poquito, como he hecho con Camus: cero agobio. 

Pienso en las cosas que no me gusta hacer, pienso en lo que dicen de “ir más allá”, forzarte. Me pregunto si debiera intentarlo pero mucho entusiasmo no siento. Tan corta la vida como para tenerse en estrés nada mas porque se dice que eso es ser mejor. Lo pienso mejor y me digo que no lo haré. 

Me acuerdo de qué iba esto. El cambio. ¿Saben cómo se siente? Como si el ambiente estuviera más ligero con todo y que hace una calor horrible y tengo bochornos. Es que no es el ambiente de afuera, es el de adentro. Lo que está cambiando es mi percepción de las cosas. Me digo que es porque hoy no me duele el cuerpo, porque no siento ansiedad, desesperación, preocupación, tristeza ni enojo. Estoy cambiando. Hoy no tengo miedo y ya es decir mucho, pero aún más, creo que pueden pasar cosas buenas.


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