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Wear sunscreen, una elección razonable


Tengo calor, tengo una ampolla en el dedo chiquito del pie derecho (es que parece que ya no puedo usar zapatos… nunca brillaré en sociedad). Pero eso poco importa frente a mi desesperación: me siento un caso perdido; es que no sé qué hacer conmigo.

Sé que este estado de auto-conmiseración a nadie importa, a nadie entretiene. Ofrezco mis disculpas por venir a ventilar lo que debería estar platicando con algún buen amigo, frente a una copa de vino tinto. O a falta de un buen amigo, un terapeuta. Pero no llego a mi terapia del lunes, así que aquí estoy.

Estoy pensando cómo hacer de esto que me pasa, algo útil para alguien.

¿Quién soy yo? ¿Cuáles son mis credenciales? He hecho esto, he recibido aquello, he estado allá, aquí están "mis papeles"… ¿qué me da derecho a hablar, a opinar? ¿Qué talento tengo?

Ya sé, ya sé (y se lo diría yo misma a cualquiera con absoluta certeza) que todos tenemos un don, todos importamos, todos valemos, todos sin excepción. Ya sé que no podemos depender de alguien para que venga a levantarnos el ánimo. Ya sé, ya sé.

Hace unos días le comentaba accidentadamente a una amiga mi versión del "somos en situación" platónico. Mi versión está alimentada por algo que leí hace muchos años (2008, creo). El ensayo está publicado en el Chicago Tribune bajo el nombre de Advice, like youth, probably just wasted on the young. La parte que alimentó mi versión es esta:

Maybe you'll marry, maybe you won't. Maybe you'll have children, maybe you won't. Maybe you'll divorce at 40, maybe you'll dance the funky chicken on your 75th wedding anniversary. Whatever you do, don't congratulate yourself too much, or berate yourself either. Your choices are half chance. So are everybody else's.

Yo diría que nuestras elecciones tienen menos del cincuenta por ciento de probabilidades de resultarnos "de acuerdo a lo esperado". Ni el ser exitoso ni el ser fracasado (a los ojos de la medida normativa) es resultado del esfuerzo que ponemos… a veces sí, la mayoría de las veces no. Nada más hay que sentarse y observar.

Estoy desesperada, quiero cerrar los ojos y no ver.

"Ok", me dice mi yo que escucha mis lamentos, "¿y qué vas a hacer?" 

Actuar en consecuencia. 

¿Cuál va a ser mi decisión ética? ¿A qué voy a jugar? ¿Intentaré "salvarme" o no? Debe haber una manera de salvarme que no sea poniéndome a salvo. Pero igual no la hay. ¿Quién soy yo?

Estoy desesperada, quiero cerrar los ojos y no ver.

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