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Amarillo en la punta de los dedos

Click, click, click, se oye quedito como un teclado está siendo acariciado por la punta de unos dedos amarillos.

Amarillo. Pareciera que es medio día de junio y no la mañana de un día de noviembre que ha despertado muy temprano a los vecinos.

Por el amarillo se cuelan las letras como si cayeran hojuelas de una caja de cereal. Click, click. Caen las letras en la blanca página y se hacen trenecitos largos y cortitos uno tras otro en caravana migrante dispuesta a conocer el mundo. Cri-crí nunca se imaginó un desfile más largo, sólo pudo ver cinco letras formadas en una suerte de ingenuo debut en lo vasto del sonido. Las letras se han aliado formando distintas organizaciones y vienen por todo, saben bien que sin ellas no hay mundo.

Y mundo, esto ellas no lo saben, sólo crece en tierra fértil.

Fuera de la tierra las letras sólo forman palabras vacías de sonido estridente. El que grita no tiene nada qué decir.

Click... click... deténganse, ya hemos dicho algo.

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