La lectura demanda esfuerzo

Me acuerdo todavía de la época en la que dejé de leer, lo más que hacía era hojear revistas y "leer" Archie y otras historietas. Afortunadamente mi papá puso fin a eso, las prohibió y además se ponía a platicar con mi mamá del último libro que habían leído; yo los miraba sintiéndome, al mismo tiempo, excluida e invitada: necesitaba tomar una decisión. Comencé a leer libros, literalmente sentía que me torcían el cerebro, fue doloroso pero lo logré, me sumergí en el mundo de la lectura "difícil", la lectura que me demandaba pensar, imaginar, cuestionar.

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