Los placeres de la vida
Hay placeres que llegan en condiciones desfavorables y que justo por eso se convierten en un placer de la vida, que de otra forma, sólo sería cualquier cosa (aunque nada que te pasa en realidad es cualquier cosa) en tu historia personal.
Lo que en una condición te causa gratitud, en otra te hace sentir insultado. El placer tiene que ver con tu historia (la forma en como te cuentas lo que te ha pasado y te construyes, con ello, como personaje) que reposa en la cultura de tu tiempo.
Creamos historias, ese es el sentido de nuestra existencia. Algunas historias nos representan tanto esfuerzo que negamos desprendernos de ellas y las repetimos para nosotros una y otra vez hasta que olvidamos su significado. Somos historias que acabarán. Algunos son un párrafo, otros un tomo entero y no sabemos el número de hojas y la cantidad de tinta que podremos ocupar... y escribimos, a veces tan sin sentido, ¿y si la vida es larga y escribimos así todo un tomo, o sí es corta y todo lo que pudimos contar de nosotros fue un tedio sostenido? Nuestras historias tienen un sólo lector: nosotros mismos, y sólo leemos nuestra historia (de las de los demás sabemos sólo la sinopsis).
Creo que en mi caso no le hecho tantas ganas lo que me cuento de mis placeres como a lo que me cuento de mis infortunios. Me pregunto por qué.
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