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Mostrando entradas de mayo, 2015

Comida

Me gusta la comida, creo que ya lo he dicho varias veces. Decirle comida es simplificar en exceso lo que en realidad me gusta y lo que siento por ello. Comer, para mí, no es llevarse algo a la boca; no es hacerlos, ciertamente, a la hora marcada para ello. Comer no es alimentarme de manera perfecta siguiendo una tabla de porcentajes. ¿Qué es comer? Ansiar el momento, saborear el vacío de la boca que se abre bajo la contraseña recibida por el olfato. Comer es mirar, sentir, pensar, elegir, valorar, establecer una postura política, seguir un código ético, preguntarse, abrirse, compartir, recordar, agradecer. Comer es un acto de amor a la vida que se la devora, es ciertamente una tensión dialéctica.  Comer es disponerse al placer y dejar salir todo lo que se es en el instante. Comer es recibir el trabajo de muchas manos sin rostro y que unas pocas te ponen ante la mesa. Comer es un acto sacro, místico ante el cual la razón se aparta respetuosa para aprender.  Comer es po

Respuesta sentida a una pregunta pendiente

Hace poco me hicieron una pregunta que, dada toda la revolución interior que me causan ciertas posturas, entre la represión y el nerviosismo de quien se está jugando el destino, medio contesté. La pregunta era ¿qué le contestarías a Carnap respecto a la crítica que hace sobre el "uso inapropiado" de la palabra nada , dado que se refiere a lo no-existente? (Algo así fue formulada, no recuerdo las palabras exactas). Antes que cualquier cosa llegara a mi cabeza —o debería de escribir: antes que pudiera reflexionar sobre la crítica, para que los cuadrados como Carnap no esbocen una media risa sarcástica— lo que llegó a mí fue un ardor de furia al recordar el mísero librito ese de Rudolf Carnap que leí hace años y unas ganas casí incontenibles de decir que tanta literalidad (la de Carnap) no muestra sino una completa falta de entendimiento de lo que ciertas formas de lenguaje intentan expresar más allá de una proposición que a simple vista y vía la lógica (que cualquier

¿Qué hacer como cliente?

Como clientes estamos a merced, literalmente, de las empresas. El poder del cliente, ese que decide dónde poner su dinero —o a qué empresa contratar— no tiene valor para las empresas y cada vez tiene menos valor para el cliente mismo. En general nos sentimos sin alternativa cuando en realidad sí podemos decidir aunque ello implique modificar nuestros hábitos. Yo he tenido malas experiencias con el poder que ejerce una empresa que siente —o le consta— que clientes le sobran. Las empresas sólo quieren captar, lo que suceda después les importa muy poco y erróneamente el cliente piensa que no puede hacer nada al respecto. Quizá no se pueda dañar a la empresa o hacerla pagar por su mal servicio en este país, pero se puede cortar toda relación con ella y hablar de nuestras malas experiencias con amigos, esto es, hacer mercadotecnia a la inversa. Cuando American Express me dijo que no tenía tiempo ni medios para avisarle a un cliente de un cheque rebotado y, no pudiendo arreglar nada por telé