Nadie sabe cuándo puede acabar en la basura. En esta cultura de mercado, de consumo y de marketing, lo que menos importa es el ser (el ser como la forma de vivir la vida propia) y lo que importa más: el conformismo, el adecuarse y dibujarse con líneas que den la apariencia del grupo al que se quiere pertenecer (siempre apuntando al wanna be ). Conformados en un grupo, el que sea, ya uno no es alguien sino sólo un número, un cuerpo que ocupa hoy un lugar y que de faltar, hay más que reservas de cuerpos que ocupen las vacantes etiquetadas con los más variados nombres que nos hacen cerrar los ojos a lo que en realidad son: residuos humanos. Si todos esos cuerpos esperan a que alguien o algo los rescate de su calidad residual, bien se pueden quedar esperando. El rescate comienza con la reconstitución de ser y del ser sólo puede dar cuenta el ser mismo. El ser no puede ser nombrado, por ello no puede ser un inventario de acciones y posiciones, mucho menos de posesiones; el se
"A soul in tension that's learning to fly" —Pink Floyd