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Desde dónde se vive


El novio del hijo de una amiga que es esposa de un viejo amigo (21 años atrás lo conocí) inauguró su consultorio dental. Los invitados, jóvenes desde 22 a 28 años, llenaron el pequeño lugar. Unos hablaban de empezar una vida en otro lugar, otros del trabajo que recién han conseguido; mi amiga de mil proyectos y mucho sufrimiento que deja salir de vez en vez cada ocasión que la veo; mi amigo, de los breves años —un par quizá— que le quedan para jubilarse. Yo escucho y reflexiono sobre todo ello sin sentirme miembro de ningún bando.

Qué raro, pienso.

Primero me parece que de alguna manera todos siempre estamos empezando algo, sólo que algunos lo hacen desde un base con pocas experiencias (y por ende poco miedo, digamos) y otros con una base repleta de ellas, de modo que el porvenir adquiere otro matiz. Pero de que siempre estamos comenzando algo, que ni duda. 

La memoria tiene un papel fundamental en cómo se proyecta el futuro: abriendo vida, en unos casos; cerrándola, en otros. Pasado y futuro se entretejen desde el presente. ¿Qué madeja es más grande, la del pasado o la del presente? Nadie sabe, pero jugamos con la idea de que los jóvenes tienen mas futuro y los mayores más pasado. Una creencia tan sólo, y, sin embargo, colorea la experiencia.

La memoria, la interpretación de las memorias, la colección de historias con las que nos hemos identificado, el lugar desde el que vemos la vida, el material consciente e inconsciente que dota de sentido nuestro ser.


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