Los despliegues de la vida
Hace poco vi la película 1917, como era una película de guerra no quería verla porque la vida no está para pagar por sufrir, pero leí unos comentarios sobre ella de un profesor de filosofía que hablaban de la belleza, así que me animé y fui al cine.
Me parece que 1917 es una buena metáfora de lo que es la vida, no restringida a un solo momento culminante y sin desenlaces de ta-taaan, sino llena de momentos singulares, entretejidos a veces sin el conocimiento de quienes los viven, llenos de horrores, dolor, compasión y una inexplicable belleza, una belleza tan apabullante que sin embargo se nos escapa por estar inmersos en nuestra propia trama.
La vida nos trasciende, a veces somos un instrumento para el bien del otro y no lo sabemos, a veces nuestra compasión no recibe gratificación sino todo lo contrario, a veces nos embarcamos en empresas que nos son ajenas y que sin embargo nos templan. Ningún momento de la vida se le escapa al amor que corre con ella en paralelo, el amor también nos trasciende.
Ante la trascendencia nos sentimos pequeños, impotentes y sin embargo ella nos demanda la mayor de las fuerzas: ser a su imagen y semejanza, sin recompensas, en completa donación.
Nada es fortuito, ni la foto que miras de reojo ni aquella persona a la que miras de frente y que jamás volverás a ver, no es fortuito ni el que hayas sido salvado y ni siquiera el que hayas perdido la vida. Semejante arte no está para ser explicado sino para ser uno mismo arte.
Días después de ver la película tuve la oportunidad de contemplar a la vida y al amor corriendo juntos de la mano mientras velaba a mi hermano. Lo terriblemente espantoso y lo esplendorosamente bello acudían al mismo evento, la tristeza y el agradecimiento, el egoísmo y la comunidad. La vida no se anda con pequeñeces, lo da todo y entre ese todo te entrega a ti mismo a ella.
Cada uno de tus actos tiene completo sentido por sobre de ti mismo. Cada pincelada de este arte trascendente es teológico y teleológico. Nada sobra, nada falta aún cuando no podamos verlos desde nuestra pequeña trama. Ninguno de nosotros está de más, ninguno de nosotros nunca jamás ha sido un error. Es que simplemente el amor nos trasciende y luego no podemos ver.
Yo creo que detrás de cada lección está el amor. El amor es apabullante, te desarma por completo para que puedas sentirlo.
Me parece que 1917 es una buena metáfora de lo que es la vida, no restringida a un solo momento culminante y sin desenlaces de ta-taaan, sino llena de momentos singulares, entretejidos a veces sin el conocimiento de quienes los viven, llenos de horrores, dolor, compasión y una inexplicable belleza, una belleza tan apabullante que sin embargo se nos escapa por estar inmersos en nuestra propia trama.
La vida nos trasciende, a veces somos un instrumento para el bien del otro y no lo sabemos, a veces nuestra compasión no recibe gratificación sino todo lo contrario, a veces nos embarcamos en empresas que nos son ajenas y que sin embargo nos templan. Ningún momento de la vida se le escapa al amor que corre con ella en paralelo, el amor también nos trasciende.
Ante la trascendencia nos sentimos pequeños, impotentes y sin embargo ella nos demanda la mayor de las fuerzas: ser a su imagen y semejanza, sin recompensas, en completa donación.
Nada es fortuito, ni la foto que miras de reojo ni aquella persona a la que miras de frente y que jamás volverás a ver, no es fortuito ni el que hayas sido salvado y ni siquiera el que hayas perdido la vida. Semejante arte no está para ser explicado sino para ser uno mismo arte.
Días después de ver la película tuve la oportunidad de contemplar a la vida y al amor corriendo juntos de la mano mientras velaba a mi hermano. Lo terriblemente espantoso y lo esplendorosamente bello acudían al mismo evento, la tristeza y el agradecimiento, el egoísmo y la comunidad. La vida no se anda con pequeñeces, lo da todo y entre ese todo te entrega a ti mismo a ella.
Cada uno de tus actos tiene completo sentido por sobre de ti mismo. Cada pincelada de este arte trascendente es teológico y teleológico. Nada sobra, nada falta aún cuando no podamos verlos desde nuestra pequeña trama. Ninguno de nosotros está de más, ninguno de nosotros nunca jamás ha sido un error. Es que simplemente el amor nos trasciende y luego no podemos ver.
Yo creo que detrás de cada lección está el amor. El amor es apabullante, te desarma por completo para que puedas sentirlo.
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