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Acerca de nada

Hoy no tengo nada imperioso que escribir, bueno sí, mi tesis, pero no aquí. Aquí vengo a liberar el mandato interior. Hoy no hay mandato sólo que tengo nostalgia de perderme en un libro que aún no encuentro.

Me gustaría escribir un libro en el que se perdiera alguien y se sintiera a salvo. Me gustaría que alguien se quedara entre las páginas de un libro largamente cuidado.

Tengo más preguntas que respuestas y las canas no llegan con al garantía de la madurez. Creo que eso del viejo sabio hace tiempo que se perdió. Me gustaría ser una vieja sabia, sentarme a contar historias y a repartir no-te-preocupes mientras sonrió del cara al sol para que acaricie mis arrugas. Ser vieja sabia no es un reto cualquiera, primero se tiene que juntar suficiente edad y eso no depende de uno, se necesita suerte; luego se necesita tener muchas experiencias y diversas, se necesita subir y bajar por las laderas de la vida y aprender de ello en lugar de quejarse, eso es muy difícil porque pocos aguantan y más bien quieren salvarse y morir inmaculados (les gustaría no morir pero ya sabemos que eso no se puede).

El otro día vi una peli que me llamó la atención porque la heroina desde chiquita no quería ser ni maestra ni miss universo ni científica ni ninguna cosa “respetable”. Eso está súper, iniciar la vida relajada y sin altas expectativas que se agencia uno quién sabe de dónde y bajo presión de decir rápido ya qué es lo que será uno a fin de que los padres se sientan santisfechos (o los maestros, o los abuelos, o quien sea que te mire en plan evaluador). Entonces ahí estaba la heroina toda rara ella, con gente llamándola loca y muy muy lejana de los estándares de belleza y buen gusto (no que fuera un adefesio, sino hermosamente ella misma). Se siente bonito respirar algo diferente.

Luego vi otra peli pero de dibujos de esos orientales que cuentan historias profundas que no son para niños. Me gustó mucho, primero porque no era una animación muy elaborada como las que últimamente hacen Disney y Pixar, y sin embargo llena de detalles. Luego me gustó porque no era fantasiosa, hablaba de la nostalgia de la infancia, el valor de los recuerdos, el envejecimiento, la familia, la comida y la capacidad de seguir con la vida de uno pero no al modo de superarse siempre y ser muy exitoso y famoso nada más porque sí, porque eso intentan todos. Creo que nos hemos perdido el respeto, ya no valoramos quiénes somos, nuestra historia y nuestros gustos.

Y ya. No se me ocurre otra cosa que contar. Hasta la próxima.

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