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De descanso

Últimamente me he sentido como sí "mi batería" se drenara espontáneamente. A veces ha sucedido en varios días consecutivos al punto de que mi humor cambiara de desinterés a molestia. Supongo que todos tenemos ciclos y la mayor parte del tiempo no nos damos cuenta, quiero decir, pasamos de un ciclo a otro con la mente puesta en otro lado: las tareas pendientes, las vacaciones que quisiéramos tomar, la ropa que nos falta, las relaciones a punto de romperse, los sueños perdidos... en fin, siempre hay algo que falta o que sobra. Parece que ahora me pongo más atención.

Estoy aprovechando que mi energía anda en nivel óptimo, para escribir un poco aún cuando no siento el impulso insostenible que a veces me arroja al teclado.

Si estuviéramos cara a cara, en tiempo real, ya habríamos pasado varios momentos, desde que comencé a escribir este post, mirándonos sin decir nada, habríamos compartido varios silencios incómodos porque uno no puede estar simplemente en silencio y menos con alguien enfrente mirándole a la cara. Quizá no hubiéramos pasado más de uno de esos lapsus juntos.

Hoy estoy dispuesta a "faire la grasse-matinée" (expresión francesa lindísima que engloba quedarse en cama a desayunar y leer, con un estado de ánimo placentero, despreocupado e indulgente). No siempre se puede, pero cuando se puede no hay que negarse el placer. Los días de asueto no son sólo para hacer todos los pendientes, también los podemos usar para descansar.

Ha estado rondándome la idea de que cuando uno hace algo con amor, es como sí uno encapsulara en ese hacer el amor mismo para luego ser desencapsulado por otro. El amor no se puede ocultar, ni perder, ni difuminar. Cocinas con amor, el estómago que recibe lo que preparaste siente amor. No hablo de que hagas algo por amor a alguien más, sino que amas lo que haces y disfrutas mientras lo haces.

¿Han visto la cara de un músico que se entrega en cuerpo y alma a una pieza musical? ¿Han oído la voz que tiembla de emoción cuando un escritor lee y revive lo que antes escribió? ¿Han visto los ojos de quien te recibe en el alma? Claro, claro, para darse cuenta necesitan amar el estar ahí y entregarse al instante por completo.

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