Ir al contenido principal

Entre la domesticación y el embrutecimiento

Entre clase y clase, esta semana he tenido que pasar entre puestos de revistas que bloquean como portales embrutecedores las calles en las que ya no se puede transitar libre.

He sido hasta ahora, y al parecer así seguiré, afectable sin filtros a causa de una sensibilidad que me tiene abierta al mundo, tan abierta que por puro instinto de protección tiendo a cerrarme a los otros y me quedo aislada y afectada.

Prefiero de entre todas las posibilidades que se me brindan, aquellas que en suave dosis me permiten ir las asimilando, aquellas que en su alto grado de elaboración esperan pacientes a que las vaya saboreando, como la obra de Borges, como el Ser y la Nada de Sartre y como el enigmático estilo heideggeriano.

En la Facultad de Filosofía, las dosificaciones son fuertes y muy laboradas. Me impactan y al mismo tiempo me dejan suspendida en un éxtasis de deleite que invade mi cuerpo entero y se agolpa en mi corazón; los ojos se me llenan de lágrimas, la respiración va más a fondo y el deseo de vivir más de eso me mantiene despierta y feliz.

No sé qué tanto de esto sea obra de la domesticación de la que fui objeto en la infancia pero no me importa porque así justo: profunda, enigmática, tranquila, cuestionadora y amante es que me gusta la vida, esta es mi forma de ser en el mundo. Hay quienes no podrían estar quietos del cuerpo y activos de la mente por más de cuatro horas y la domesticación les viene como represión.

Y luego de encontrar el mundo a través de la palabra Nilo en el poema de Borges, luego de ver una ventana por donde se asoma el Aleph. Salgo y abierta toda me topo sin poder cerrar los ojos con el mundo embrutecedor-embrutecido.

Revistas y periódicos destrozan mi sensibilidad con imágenes hirientes, con razones para pegarse un tiro después de acabar con cuanto se pueda. Ante mis ojos la muestra del otro lado humano, el inmediato y nada elaborado, el desinhibido, el que busca acabarse pronto, el saturado para los paladares adormecidos, el que cae dispuesto a hastiar y a provocar la autoflagelación como buen símbolo anticrístico.

¿Qué es ser humano? ¿Qué sería ser humanista? ¿Tensión entre domesticación y embrutecimiento, entre contención y desenfreno?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Qué chulada de maíz pinto

Crecí oyendo a mi papá decir con enjundia "¡Qué chulada de maíz pinto!" cuando le veía las piernas a mi mamá y después se las estrujaba con las mega-manotas que Dios le dio. Hasta hace poco no tenía una clara idea de lo hermoso que es el maíz azul (con el que hacen las tortillas azules que saben a gloria) hasta que de golpe lo vi en el mercado de Xochimilco, esta foto no me dejará mentir, su belleza es asombrosa.

Arte y política

Hace tiempo ya que el arte dejó de ser arte para convertirse en producción. Hace tiempo ya que el arte abandonó la inspiración para conformarse en las maneras y modos que convienen a la venta. Hace tiempo ya que el arte dejó de ser transgresor desde sí mismo para convertirse en imagen de una visión de mundo. Antes me preguntaba si el arte tenía un deber para con el pueblo, si el arte debía tener una posición política. Ahora pienso que ello es ya abandonar el arte para convertirse en publicidad. El arte no se debe a nada ni nadie, el arte —como también la filosofía, la religión— no debieran de servir a nadie ni tampoco montarse sobre eventos con el puro fin de la notoriedad o la moralina. El arte abre y al abrir comunica, no lo que quiere decir el pintor, sino lo que la apertura per se le dice al espectador. El arte tiene sus materiales y sus técnicas, el arte presenta formas en un espacio limitado, pero cuando es arte  trasciende todo ello y habla lo que no tiene voz. El

Todo va a estar bien, o no: el absurdo de la existencia humana

Llevo varios meses leyendo de a poquito "Vivir la lucidez" de Albert Camus. Para beneplácito o agobio de los que me siguen el Facebook, he estado compartiendo algunas citas, muchas de las cuales tiene que ver con lo que me ocupa en ese momento. Coincidencia o no, así ha sucedido. Hoy, al despertar, me encontré con varias citas de Emil Cioran que, al igual que Camus, trabaja el absurdo. No había leído nada de Cioran antes porque tiende a ser muy depresivo. Pero estos tiempos mi ánimo ha decaído algo y las preguntas por el sentido de la vida han vuelto a emerger, así que no es de extrañar —al menos para mí— que se hayan conjuntado Camus, Cioran y una película de Win Wenders ( Every Thing Will Be Fine , 2015). De modo que aquí estoy con un algo entre la boca del estómago y el centro del pecho (¿tiene nombre ese lugar?), tratando de poner orden a esto y dejarles algo para su propia reflexión, si tienen el ánimo para seguir leyendo. Me preguntaba hace unos días sobre el sentido de