En casa de mi mamá


Días atrás saqué a mi perrita a su alivio matutino (a hacer chis). Acá, en casa de mi mamá, aunque muy cerca está la carretera se siente apodo de silencio y calma. A veces se escucha los gritos emocionados de los niños de la escuela primaria. Le decía, días atrás tuve muchas ganas de escribir esa sensación de paz que me daba el cielo con sus nubes blancas, como de septiembre y el resguardo que me ofrecía el enorme árbol atascado de pajaritos. Tuve la intención, llegué a la casa y no escribí nada, se me cortó la inspiración y muy pronto se me olvidó quién soy. Ajá, soy escritora ¡qué diablos!

Hoy he salido a pasear con Abril temprano, sin traer a mi mamá conmigo para evitar el estrés. De todas formas mi mamá nunca quiere salir temprano, se le antoja a medio día cuando el sol quema y aprisiona. He decidido tomar este paseo como un momento de calma y disfrute personal. Y también me he puesto a escribir mientras camino. Deslizo el pulgar por la pantalla del celular. 

Nos hemos topado con unos perros histéricos. Qué fastidio. 

Adiós voy por la calle cerrada. Unos metros más y estaremos entrando al condominio, donde viene el árbol atascado de pajaritos. 

Qué bonito estaría este lugar si no estuviera tan sucio y tuviera más arbolitos, arbustos y flores. Mi papá decía que ser pobre no es sinónimo de ser cochino. 

Ya he llegado. Hoy haré hotcakes para el desayuno. 


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